Una dinámica y polimórfica Caribeña da la bienvenida a Naguanagua
En la Av. Universidad del Municipio Naguanagua del Estado Carabobo, en Venezuela, poco antes de llegar a la esquina del diario El Carabobeño, se ubica una escultura metálica que se erige altivamente para dominar el modesto pero atractivo paisajismo de plantas de ornamento que le rodean.
En relación al sitio de ubicación, va siendo oportuno que a la referida Av. Universidad se le cambie oficialmente el nombre en el plano municipal por el de Av. Universidad de Carabobo, para honrar con precisión a la principal casa de estudios del municipio y del estado, de manera que no se diluya en el tiempo el nombre específico de la entidad que dio origen a esa importante arteria vial que recorre Naguanagua de Sur a Norte.
El nombre de la escultura señalada es Caribeña, construida en hierro con cobertura de laca de color amarillo, y que fue realizada en el año 2011 por el maestro escultor Rafael Martínez (1941–2021), artista natural de San Fernando de Apure.
Al parecer, no está claro el origen del nombre Caribeña, pero no es muy difícil asociarlo con la proximidad del municipio Naguanagua al Mar Caribe, ya que solamente una angosta franja de la monumental Cordillera de la Costa, la barrera geográfica de roca protectora de huracanes del país, que transcurre de Este a Oeste, lo separa por pocos kilómetros de la costa del malecón de la ciudad de Puerto Cabello, ubicada casi en la misma vertical o meridiano, y perteneciente también al estado Carabobo.
A esto se puede añadir que las literalmente sinuosas y sensuales formas de la escultura evocan las maravillosas curvas que embellecen natural y genéticamente a las dulces y enérgicas damas jóvenes que han tenido el privilegio de nacer en un país caribeño, como lo es Venezuela.
En relación con el autor de la obra, Rafael Martínez fue un relevante artista nacional que destaca por sus originales obras pictóricas y escultóricas, la mayoría de tipo no figurativo, algunas de las cuales adornan ciudades de Venezuela, incluyendo a la capital Caracas. Por ejemplo, puede mencionarse a la obra mural que se erige en la fachada de entrada a la Escuela de Arquitectura de la Universidad José Antonio Páez del Municipio San Diego, que fue realizada por este escultor.
Rafael Martínez tiene una dilatada trayectoria, y trabajó con artistas nacionales del género de arte cinético, del calibre del bolivarense (o angostureño, gentilicio que también es válido) Jesús Rafael Soto (1923–2005), así como también del arte óptico (Op-art), como el maestro caraqueño Carlos Cruz-Diez (1923–2019).
El pintor y escultor Rafael Martínez, fotografiado al lado de una de sus obras. Fuente: CDP, vía www.el-carabobeno.com. Fotografía de autor desconocido.
Entre otros reconocimientos, Rafael Martínez obtuvo el Premio Arturo Michelena en 1971, compartido con el pintor y dibujante marabino Filiberto Cuevas (1950–1973) quien tristemente se suicidó; y el Premio Armando Reverón en el año 2016, otorgado por la Asociación Venezolana de Artes Plásticas.
El trabajo de Rafael Martínez suele circunscribirse dentro de los dos géneros mencionados, con carácter constructivista y un estilo propio, ampliamente desarrollado en obras de naturaleza definitivamente geométrica, pero no completamente formal o analítico, a la búsqueda de una ruptura de la rigidez de la geometría euclídea tradicional, esclava de los 5 postulados de su creador griego Euclídes (~325 a.C.–~265 a.C), autor de su monumental compendio de geometría titulado Elementos, el libro más escrito luego de la Biblia, pero ahora liberada por el escultor apureño para explorar nuevas opciones, que están dotadas de un dinámico significado expresivo, totalmente cinético y de formas múltiples, susceptible de ser interpretado de muy diferentes maneras, y donde el endurecido y caliente metal juega un papel predominante.
Volviendo a la obra objeto de la discusión, Caribeña es una escultura monumental construida con láminas de hierro a las cuales se les ha dado una curvatura específica, unas veces cóncava, otras convexa, las cuales están unidas por medio de soldadura, a lo largo de las líneas en las que, en general, hay un cambio de signo en la curvatura.
El diseño geométrico repite continuamente las formas en S para beneficiarse de los puntos de inflexión de estas. Una ingeniosa construcción permite que con las estructuras bidimensionales que constituyen las láminas se aporte una significativa cantidad de volumen tridimensional, que emerge del buen ingenio del escultor cuando realiza las uniones soldadas, dando la apariencia de que la estructura es sólida y maciza, pero a su vez ágil y dinámica en su realidad estética de arte no figurativo.
La escultura tiene la forma de un trilito megalítico (que más bien debería denominarse triferro), recordando los del crómlech de Stonehenge, ubicado en la llanura inglesa de Salisbury; donde dos columnas de lámina curvada con un pandeo simétrico en forma de S sostienen a un dintel horizontal de construcción similar, si bien más corto. La curvatura de ambas columnas es opuesta en relación al observador, lo que intensifica la sensación de movimiento, en la que pareciera que la mole está caminando, imitando el movimiento pendular típico del movimiento de unas piernas gigantes y siniestras, de las cuales es saludable apartarse.
Al ser contemplada en su alzado en la vista frontal, la escultura se asemeja a la letra n minúscula del alfabeto latino. Posiblemente, esto se deba a que se trata de la primera letra del nombre del municipio donde reposa, Naguanagua, a manera de homenaje. Si esto es cierto, cabe especular que hubiera sido más acertado hacerla con forma de una N mayúscula, cuyo diseño sería topologicamente interesante, al incluir inevitablemente una S adicional en la diagonal, que arriostraría las dos columnas verticales, lo que incrementaría significativamente el volumen y las posibilidades de polimorfismo visual subyacente en la obra, vía la perspectiva. Además, una N mayúscula hubiera sido más respetuosa con el nombre de la localidad referida.
Detalle del dintel de la escultura, en forma de triferro. Fotografía de Fabián Robledo, 2022.
La placa de identificación de la obra, ubicada horizontalmente en su base, se encuentra elaborada en acero inoxidable, y proporciona el crédito al autor, indicando también el nombre de la escultura y su año de su creación (2011). Además indica que los materiales empleados fueron hierro soldado y laqueado.
Placa original de identificación ubicada horizontalmente al pie de la escultura, y al ras de la placa de concreto de soporte, donde se refiere también al alcalde del municipio al momento de su realización, quien promovió la colocación de obras escultóricas relevantes en diversos espacios públicos, en un programa de Ciudad Museo. Fotografía de Fabián Robledo, 2022.
El hierro soldado está recubierto de una laca que proporciona un acabado de pintura color amarillo mostaza, que actualmente reclama haber tenido tiempos mejores de brillo y saturación, pero que las condiciones adversas de la intemperie le han perjudicado, de manera que el color actual es un amarillo muy pálido, que no hará otra cosa más que aclararse entrópicamente a medida que pase el tiempo, si no se efectúa el mantenimiento correspondiente.
En este sentido, cabe señalar que parte de la escultura exhibe oxidación y corrosión, siendo esta más relevante en la unión de la estructura con la placa de piso de concreto.
Para finalizar, debe señalarse que el autor de la obra, el maestro Rafael Martínez falleció el 9 de mayo de 2021 en Valencia, a la edad de 80 años de edad, dejando un gran legado de obras que enriquecen espacios al aire libre, tanto públicos como privados, como la escultura Caribeña y sus enigmas geométricos, que da la bienvenida a Naguanagua, y en cuya condición se mantendrá posiblemente por algunas décadas más, siempre que exista voluntad con liderazgo para su preservación, además de suerte y el merecido respeto por parte de los habitantes y visitantes del municipio.
Fabián Robledo Upegui.
Septiembre, 2022.
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