60 AÑOS DE LA CRISIS DE CUBA: LO MÁS CERCA QUE ESTUVIMOS DEL APOCALIPSIS
60 AÑOS DE LA CRISIS DE CUBA: LO MÁS CERCA QUE ESTUVIMOS DEL APOCALIPSIS
INTRODUCCIÓN
La sorpresa es la gran arma, en la guerra y en la política. Así como ha habido grandes sorpresas militares, tales como la invasión alemana a Rusia, el ataque a Pearl Harbor o la Guerra de los Seis días, también han ocurrido grandes sorpresas diplomáticas: Los Acuerdos de Múnich de 1938, el Pacto Nazi-Soviético, la reunión de Mao Tsê-tung con Richard Nixon en 1972 o la visita de Anwar el-Sadat a Jerusalén en 1977.
Pero hay otro nivel en el manejo de la sorpresa: Cuando el actuante supone que el rival no va a reaccionar, y que va a lograr sus objetivos sin costo ni riesgo. Ejemplos: El ataque argentino a las Islas Malvinas en 1982, la invasión de Irak a Kuwait en 1991 o la más reciente de Rusia a Ucrania en 2022. Los agresores contaban con una resistencia simbólica, y lograr rápidamente todos sus objetivos.
Dentro de este contexto, la apuesta de la Unión Soviética al colocar misiles nucleares en Cuba fue la más ambiciosa, capaz de alterar todo el equilibrio mundial. También fue la más irresponsable, riesgosa, peor evaluada y en definitiva, supuso el más colosal error de apreciación de la Guerra Fría. Nikita Kruschev colocó el mundo al borde de la guerra termonuclear total como nunca antes, ni después. ¿Cómo se llegó a eso? ¿Qué señales creyó ver, o cuales se negó a reconocer, para llegar a esa irresponsabilidad, que le llevo a un sonoro fracaso? Es lo que se tratará de explicar a continuación.
Nikita Kruschev (1894-1971) fue Primer Secretario del Partido Comunista de la Unión Soviética de 1953 a 1964 y Presidente del Consejo de Ministros del país de 1958 a 1964. Durante su gobierno, Kruschev sorprendió al mundo comunista con su denuncia de los múltiples crímenes del dictador soviético Iósif Stalin, y se embarcó en una política de desestalinización. El 25 de octubre de 1962, cuando los soviéticos no tenían claras las intenciones de Kennedy, Kruschev decidió que los misiles tendrían que retirarse de Cuba. Dos días después, le ofreció a Kennedy las condiciones para el retiro. Kruschev acordó remover los misiles de Cuba a cambio de la promesa de Estados Unidos de no invadir Cuba, y el compromiso secreto de que Estados Unidos retiraría sus misiles nucleares de alcance intermedio PGM -19 Júpiter de Turquía, que apuntaban cerca del corazón soviético, proceso a realizar unos meses después. Como este último acuerdo no se anunció públicamente a pedido de EE.UU., y no se conoció hasta poco antes de la muerte de Kruschev en 1971, la resolución de la Crisis de los Misiles Cubanos fue vista en todo el mundo como una gran derrota para los soviéticos, y contribuyó a la caída de Kruschev en menos de dos años. Ciertas políticas de Kruschev fueron vistas como erráticas por sus rivales emergentes, que en silencio se elevaron con fuerza y lo depusieron en octubre de 1964. Sin embargo, no sufrió el destino mortal usual de algunos perdedores anteriores de las luchas por el poder soviético, siendo cómodamente jubilado con un apartamento en Moscú y una dacha en las zonas rurales. Sus memorias fueron llevadas de contrabando a Occidente y publicadas parcialmente en 1970. Kruschev murió en 1971, presuntamente de muerte natural. Fuente: Wikimedia Commons. Fotografía de autor desconocido.
1.- LAS RAZONES DE LA APUESTA RUSA
1.1 Revolución Cubana
El éxito de Fidel Castro ante la huida de Cuba del desmoralizado dictador Fulgencio Batista en enero de 1959, cayó como alivio a los soviéticos. Tras los fracasos de los años treinta del siglo XX en Argentina y Brasil, y el derrocamiento de Jacobo Árbenz en Guatemala, en el que tantas esperanzas pusieron, la llegada al poder de Castro abría la posibilidad de constituir un recio enclave en América. La estrategia de simulación democrática de Fidel no engañó mucho tiempo. Los pelotones de fusilamiento del Che Guevara, la misteriosa muerte de Camilo Cienfuegos y la prisión de Huber Matos mostraron claramente el camino marxista. Las múltiples expropiaciones de empresas americanas y las agresivas declaraciones de política exterior hicieron el resto. Tras el fallido intento de influir en Rómulo Betancourt para que Venezuela se uniera a sus planes antinorteamericanos, Fidel se dedicó a suministrar armas y financiamiento a todos los revolucionarios del continente.
El Presidente norteamericano Dwight Eisenhower, mermado en sus facultades por problemas de salud, no reaccionó enérgicamente, y los primeros intentos de lograr sanciones conjuntas contra Cuba fracasaron ante la negativa de los países latinoamericanos a enemistarse con Fidel, que era vista como un "paladín" por todos sus partidos de izquierda.
Todo ello facilitó la aproximación de la Unión Soviética, primero económica, luego crecientemente militar mediante el suministro de armas y municiones, y esto ante la pasividad norteamericana, más ocupada en la situación ocurrida en República Dominicana tras el asesinato del dictador Rafael Leónidas Trujillo, que de la aumentada presencia soviética en el Mar Caribe.
1.2 Bahía de Cochinos
La administración Eisenhower, sin embargo, no había permanecido ociosa. En bases militares de Guatemala y Nicaragua, la CIA entrenaba cubanos anticomunistas de todas las tendencias, bajo el mando nominal de la Junta Democrática Cubana, constituida en Miami, que en realidad era ajena a esto. La idea era efectuar un desembarco en las costas cubanas para proclamar un Gobierno, y pedir intervención americana. Sí las cosas salían mal, la CIA prometía la intervención norteamericana.
Pero la administración Kennedy no quiso saber nada con una intervención directa. El Presidente declaró rotundamente que no intervendría en Cuba, de modo que la operación se lanzó tratando de forzar sobre la marcha el apoyo norteamericano.
Fue un fracaso lamentable. Hubo increíbles errores de planificación, desde la elección del lugar de desembarco, lleno de arrecifes, hasta la coordinación de los ataques aéreos, sin tomar en cuentas los husos horarios diferentes, lo que logró que los bombarderos Douglas A-26 Invader tripulados por pilotos cubanos exiliados llegaran sin escolta, y fueran entonces barridos del cielo por los cazas comunistas. La operación duró tres días. Tras un penoso avance inicial, los combatientes exiliados invasores fueron vencidos y obligados a rendirse, dejando miles de prisioneros en manos de Fidel. Kennedy no hizo caso a los desesperados ruegos de los exiliados en Miami, ni a las llamadas de auxilio desde la invasión en la Bahía de Cochinos.
La Unión Soviética aprovechó la ocasión para humillar a Estados Unidos. En las Naciones Unidas el embajador ruso Valerian Sorin acusaba a EEUU de intervención, y ante la negativa norteamericana les decía, burlón: "¿Y de donde salieron esos barcos y aviones, del espacio?"
Kennedy quedó muy mal ante la opinión pública. Estados Unidos se había involucrado demasiado en la preparación para poder alegar ignorancia, y su negativa a intervenir no fue agradecida por nadie. Un año después, los prisioneros fueron rescatados a cambio de dinero y tractores, y Kennedy los recibió y homenajeó públicamente.
El mal sabor de la operación tuvo muchas consecuencias. Kruschev envió toneladas de armamento para "defender" a Cuba de otra invasión, y las relaciones entre los exiliados cubanos y la Administración americana se agriaron irremediablemente.
Pero lo más importante: la imagen de debilidad de Kennedy ancló poderosamente en la mente de su rival.
1.3 La cumbre de Viena
La esperada reunión entre Kennedy y Kruschev se dio en Viena, encuentro ocurrido entre los días 3 y 4 de junio del año 1961. Allí, la poderosa personalidad del líder soviético se impuso claramente, no sólo en los argumentos, sino en los gestos e impresiones, situación que mucho después se vería en Ronald Reagan al imponerse a Mijaíl Gorbachov en la cumbre de Reikiavik, que tuvo lugar en octubre de 1986. Kruschev atacó constantemente el fallido desembarco de Bahía de Cochinos, y acusó de intervencionismo de mil formas a los EE. UU.
Las firmes declaraciones de Kennedy, donde afirmaba que no toleraría la instalación y operación de armamento nuclear en Cuba fueron desestimadas, como intento de salvar la cara.
1.4 Inferioridad nuclear
Tras lograr detonar su propia bomba atómica en 1949, el efectuar exitosamente en 1957 el lanzamiento del primer satélite espacial puso muy por delante a la Unión Soviética en la carrera especial. Lo más importante para los EEUU eran las implicaciones estratégicas de esas nuevas capacidades. Las fuerzas nucleares americanas se basaban en aviones bombarderos tripulados, a reacción, colocados en alerta día y noche. La presencia de cohetes balísticos soviéticos de largo alcance alteraba el equilibrio y dejaba a EE. UU. sin una capacidad de respuesta inmediata.
Todo ello desató un frenesí en Washington. Se asignaron enormes recursos para "cerrar la brecha". En pocos años, EE. UU. había logrado incomparable superioridad en cohetes balísticos y en bombas nucleares, denominadas ojivas.
La realidad era que la "brecha" no había existido. Los soviéticos no habían producido suficientes cohetes, y sus desesperados intentos de aparentar superioridad, trasladando escuadrones de bombarderos de un sitio a otro para que parecieran una mayor cantidad tanto a los satélites espías como a los aviones de reconocimiento norteamericanos, pronto se revelaron ineficaces.
Para colmo, los norteamericanos declararon explícitamente a Kruschev que conocían su inferioridad misilística. Los rusos estaban entrampados.
1.5 Necesidad de ahorro para producir más bienes de consumo
La verdad era que Kruschev no la tenía fácil. Desde que tomó el poder había alternado esfuerzos entre aquellos destinados a bajar la tensión y otros de represión con la ejecución de intervenciones implacables. Tras denunciar los crímenes del anterior dictador soviético Iósif Stalin a quien reemplazó luego de su muerte en 1953, Kruschev aplastó con tanques la disidencia húngara. Tras proclamar la Coexistencia Pacífica con Eisenhower, pasó a la amenaza nuclear contra Inglaterra y Francia, cuando éstas atacaron Egipto con motivo de la Crisis del Canal de Suez o Guerra del Sinaí, dada en 1956. En política interior, Kruschev trataba de mejorar la situación de la masa soviética, bestialmente explotada anteriormente por Stalin. Pero para ello necesitaba realizar inversiones económicas para producir bienes de consumo, y la inferioridad militar soviética demandaba el uso de todos los recursos para invertir en ello. La Unión Soviética tenía pocos misiles balísticos de largo alcance, los más costosos, pero poseía gran cantidad de misiles nucleares de alcance intermedio. Si lograba colocar éstos ingenios cerca de EE. UU. , podría amenazar a los norteamericanos con menos tiempo de alerta y la balanza estaría entonces equilibrada.
El tema era: ¿Lograría Kruschev hacerlo sin que los norteamericanos se enteraran? ¿Cómo reaccionarían éstos al descubrir el hecho consumado?
1.6 Incredulidad ante las firmes promesas de Kennedy
Kruschev sabía perfectamente que colocar misiles nucleares balísticos de alcance intermedio en Cuba era una amenaza inaceptable para EEUU, pero estaba presionado por los "halcones" rusos, que lo soportaban por su "popularidad". Si esta se debilitaba, debido a la ejecución de sus políticas de mayor recorte económico, Kruschev se arriesgaba a ser destituido. Sus principales seguidores: Leonid Brézhnev y Alekséi Podgorny, ya bullían de impaciencia. Los viejos stalinistas como Gueorgui Malenkov, Viacheslav Mólotov y Lázar Kaganovich, los cuales fueron expulsados de la dirección del partido, merodeaban como referencia de la oposición y hasta el mayor héroe de guerra soviético de la II Guerra Mundial, el Mariscal Gueorgui Zhukov, había sido apartado.
Kruschev estaba sólo, y como no tenía salida, comenzó a considerar el escenario que más le convenía, viendo lo que quería ver. Las promesas de Kennedy no eran reales, intentaba amedrentar, pero pensó que el líder americano no tendría el valor requerido para llegar a las últimas consecuencias. Los más duros asesores demócratas de la época del presidente Harry S. Truman (quien ocupó la presidencia desde 1945 hasta 1953) estaban siendo relegados, y los asesores del Presidente Kennedy, empezando por su hermano Robert, eran jóvenes idealistas, muy alejados del estereotipo de Guerra Fría que se venía manejando hasta entonces. Kruschev esperaba explotar el "sentimiento de culpabilidad" de EE. UU. por el fracaso de Bahía de Cochinos, para lograr entonces instalar los misiles de alcance intermedio en Cuba por sorpresa, y suponía que, ante el hecho consumado, los EEUU aceptarían la nueva realidad.
Kennedy había ganado por muy poco las elecciones presidenciales, los republicanos lo tenían acorralado, había mostrado indecisión y cobardía en el asunto de Bahía de Cochinos, y en la cumbre de Viena con Kruschev exhibió poca personalidad. Kruschev no le vio la "pasta" de líder que habían tenido sus predecesores. En su opinión, Kennedy era un joven inexperto, que ni siquiera lograba que la OEA le apoyara. Se convenció que si lograba la sorpresa planeada, no habría reacción norteamericana.
1.7 Sobreestimación de la propia capacidad de engaño
Kruschev puso manos a la obra. Inundó el mundo de propaganda, denunciando la "amenaza norteamericana a Cuba". Su posición respaldaba plenamente la de Fidel Castro, que anunciaba como "inminente" la invasión. Por ello, la llegada de toneladas de armamento "defensivo" soviético a Cuba era visto como un gesto de propaganda más que como una amenaza estratégica.
Dentro del armamento "defensivo" comenzaron a llegar Cuba bombarderos estratégicos birreactores Ilyushin Il-28, llamado Beagle en el código OTAN, misiles balísticos de alcance intermedio, ojivas nucleares, todo transportado y entregado con el máximo nivel de seguridad y ocultamiento. Los cubanos no fueron notificados, en principio. Todo el manejo del material estaba en manos soviéticas, exclusivamente. Al mismo tiempo, los ingenieros soviéticos empezaban la construcción se las nuevas bases misilísticas cubanas, trabajando de noche, y con el máximo camuflaje y discreción posible.
La llegada de baterías misilísticas antiaéreas, para proteger a las nuevas bases misilísticas, fue detectada por la CIA americana, que anunció al gobierno que era inminente la construcción de bases de misiles. Ello fue reforzado por las declaraciones de los recién llegados exilados cubanos y los agentes que aún quedaban en Cuba. Todos informaban sobre el movimiento nocturno militar inusual, y la llegada de plantas de combustible especial y de oxígeno líquido, que sólo podía ser requerido como oxidante para la propulsión de misiles. Cada vez que era interpelado, Kennedy aseguraba inflexible que jamás aceptarían la instalación de misiles nucleares soviéticos en Cuba, "a cualquier precio".
Pero Kruschev estaba muy cerca del éxito. En pocas semanas las nuevas bases soviéticas de misiles en Cuba serían operativas, y el líder de la U.R.S.S. habría dado un golpe devastador al equilibrio mundial.
No obstante, la reiteración de las denuncias de los exilados y los informe de la CIA llevaron a Kennedy a autorizar una serie de vuelos de reconocimiento fotográficos realizados con los sofisticados aviones espía Lockheed U-2 Dragon Lady, aunque su mayor preocupación eran las inminentes elecciones legislativas al Senado de 1962, en las que esperaba arrebatar la mayoría los republicanos.
Kruschev informó a Fidel Castro sobre las bases. La reacción del cubano fue la intención de gritarlo a los cuatro vientos, pero duramente Kruschev lo obligó al silencio. Ninguna declaración debía dar el dictador de la Isla hasta que las bases fueran completamente operativas. Todo el cuerpo diplomático soviético se dedicó a negar la posibilidad de las mismas, y a asegurar que el armamento enviado a Cuba era únicamente de tipo "defensivo", solo era para repeler una posible invasión norteamericana.
2.- DESARROLLO DE LA CRISIS
2.1 Las fotografías de los aviones U-2
El domingo 14 de octubre de 1962, dos aviones espía U-2 americanos tomaron fotografías de las zonas sospechosas, en Cuba. Dotado de cámaras ópticas de muy alta resolución, capaces de leer el periódico a miles de metros de altura, al regresar los aviones de su misión, las películas fotográficas de sus cámaras fueron objeto de minuciosa revisión, revelado, análisis e interpretación. Ante los aterrados ojos de los fotógrafos, la peor pesadilla se revelaba: Había rampas de lanzamiento de misiles ofensivos, depósitos y camiones cisterna de combustible, instalaciones de defensa antiaérea misilística, galpones de almacenamiento de armas, casamatas de mando y almacenamiento de cabezas nucleares y elevadores de proyectiles, entre otros elementos logísticos y de intendencia. Las señales eran inconfundibles.
A pesar de su prudencia habitual, con la que todos los norteamericanos contaban, los soviéticos habían despreciado todas las advertencias, y la realidad estaba la vista. ¡Muy pronto las bases serían operativas!
El Consejero de Seguridad Nacional americano McGeorge Bundy debía presentar la evidencia al Presidente Kennedy. Antes de hacerlo, se reunió con el Jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Maxwell Taylor, y con el Secretario de Defensa Robert McNamara. Discretamente, se colocó en alerta a todo el Comando Aéreo Estratégico (SAC, el mando de los bombarderos nucleares tripulados, dirigido por el general Thomas S. Power), y se prepararon escenarios diversos para reaccionar.
Kennedy estaba agotado tras una gira electoral cuando le notificaron sobre la amenaza en ciernes. ¡Todas sus advertencias habían sido ignoradas! Hacía sólo unos días Anatoli Dobrynin, embajador soviético en Washington, le "garantizaba" otra vez que "no habían, ni habrían, bases misilísticas en Cuba."
El R-12 Dvina fue un misil balístico de alcance intermedio (rango de 2000 a 2500 km), desarrollado y desplegado por la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Se le dio el nombre código de la OTAN de SS-4 Sandal. El misil R-12, de 22 m de altura, 42 ton de peso y velocidad de aproximadamente Mach 10, proporcionó a la URSS la capacidad de atacar objetivos a distancias medias con una ojiva termonuclear de clase megatón (de 1 a 2.3 megatón de capacidad), y constituyó la mayor parte de la amenaza de misiles ofensivos soviéticos para Europa Occidental. Los despliegues del misil R-12 en Cuba provocaron la Crisis de los Misiles Cubanos en 1962. Se produjeron poco más de 2300 misiles, siendo todos destruidos en 1993 bajo el tratado START II. La foto muestra un R-12 soviético ubicado en el museo del Cosmódromo de Kapustin Yar, en Znamensk, Rusia. Fuente: Wikimedia Commons.
Kennedy consideró que esos misiles tendrían que ser retirados de Cuba de inmediato, o bien ser destruidos por los EE. UU., pues de no ocurrir esto se desencadenaría el infierno nuclear sobre la Unión Soviética. El presidente americano mandó constituir un Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional, abreviado como EXCOMM, el cual estaba integrado, entre otros, por el Vicepresidente Lyndon Johnson, el Secretario de Defensa Robert McNamara, el Ministro de Justicia Robert Kennedy, el Ministro de Hacienda C. Douglas Dillon, el general Maxwell Taylor, Jefe del Estado Mayor Conjunto, y llamó al más antiguo experto demócrata en la Guerra Fría, Dean Acheson, para que le aconsejara. Mientras, Kennedy ordenó que todas las reuniones de la agenda administrativa continuaran según lo previsto, sin que nada se dejara entrever, por ejemplo, se recibió al príncipe heredero de Libia, hijo del Rey Idrís I, al astronauta Walter Schirra y al Ministro de Relaciones Exteriores alemán Gerhard Schröder. Todo parecía normal, como si nada.
Dean Acheson fue un abogado y político estadounidense, miembro del Partido Demócrata, quien se desempeñó como Secretario de Estado de los EE.UU. entre 1949 y 1953, en la Administración del Presidente Harry S. Truman. Marcó la vida política estadounidense, y las relaciones internacionales en ese cargo y durante los 20 años siguientes como estratega del Partido Demócrata. Previamente, fue nombrado Subsecretario de Estado el 1 de febrero de 1941 lo que propició para que Acheson fue responsable de gran parte de la política económica estadounidense al ayudar a Gran Bretaña y perjudicar a las potencias del Eje, promoviendo la política de Préstamo y Arriendo que ayudó a rearmar a Gran Bretaña, y al embargo petrolero de facto (estadounidense, británico y holandés) que cortó cerca del 95 % del suministro de petróleo japonés, lo que profundizó la crisis con Japón y condujo al ataque de Pearl Harbor. En 1944, Acheson fue el principal delegado del Departamento de Estado en la Conferencia de Bretton Woods. Por lo tanto, participó activamente en el nacimiento del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Recibió la Medalla al Mérito en 1947, en ese momento el más alto honor civil en los EE. UU. Actuó decisivamente a favor de una intervención en junio de 1950 en la Guerra de Corea. Las oficinas de Acheson estaban ubicadas estratégicamente a pocas cuadras de la Casa Blanca, y se convirtió en asesor no oficial de las administraciones de los presidentes Kennedy y Johnson. Durante la Crisis de los Misiles Cubanos de 1962, el presidente John F. Kennedy pidió consejo a Acheson y lo incorporó al comité ejecutivo (EXCOMM), un grupo asesor estratégico. Kennedy lo envió a Francia para informar al presidente francés Charles de Gaulle y obtener su apoyo para el bloqueo de los Estados Unidos. Acheson se opuso con tanta fuerza a la decisión final de realizar un bloqueo naval en lugar de una respuesta mucho más drástica, que renunció al comité ejecutivo señalado. Acheson fue una de las fuentes de la redefinición de la política estadounidense bajo Kennedy, tendiente a la llamada "Respuesta Gradual". Su perdurable y constante intervención lo convierte en uno de las figuras más relevantes del debate político interno de Estados Unidos. En la fotografía, Dean Acheson se encontraba en una Reunión de Asesores del Presidente sobre Asuntos Exteriores, realizada en 1965, un grupo bipartidista que era llamado The Wise Men (Los sabios). Fuente: Wikimedia Commons. Fotografía de Yoichi Okamoto, 1965.
2.2 Las seguridades de Gromiko
La muy anticipada visita del Canciller soviético Andréi Gromiko tuvo lugar el día jueves 17 de octubre de 1962. Poca veces en una reunión se han unido la falsedad e hipocresía en forma tan exagerada. Jovial y sonriente, Gromiko calificó de absurdas las suposiciones de construcción de bases misilísticas en Cuba ante los norteamericanos quienes, con igual sonrisa, fingieron creerle mientras lo sometían sin que supiera a un discreto detector de mentiras. Comprobada claramente la premeditada burla y falsedad soviética, ahora el Presidente Kennedy debía decidir qué curso de acción tomar, y pronto sus asesores se enfrentarían entre los partidarios de efectuar el fulminante ataque preventivo, dirigido por el veterano Dean Acheson, y los otros que solicitaban una reacción menos agresiva, liderados por el hermano del Presidente, Robert Kennedy.
2.3 Las alternativas de respuesta
El comité EXCOMM señalado elaboró seis posibles escenarios, siendo estos los siguientes:
- Esperar el desarrollo de los acontecimientos.
- Enviar una comisión a Kruschev y exigir el inmediato desmantelamiento de las bases misilísticas.
- Denunciar ante el Consejo de Seguridad de la ONU la situación.
- Destruir con ataques aéreos las bases de misiles cubanas.
- Bloquear la costa cubana para impedir la llegada de armas a esa Isla.
- Desembarcar en Cuba, y eliminar no solo las bases, sino también al régimen de Fidel Castro.
Desde el principio, la mayor discusión fue entre los puntos 4 y 5 de la lista. McNamara y Robert Kennedy apoyaron el bloqueo naval (opción 5), para dar tiempo a Kruschev de evaluar la situación y retirarse, sin arrinconarlo. El general Taylor y Acheson pedían una acción rápida y decisiva (opción 4), pues ya había cabezas nucleares y misiles en Cuba contra las que el bloqueo sería inútil. El Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea, general Curtis LeMay iba más lejos, pidiendo descargar el ataque nuclear preventivo, antes de que los rusos exterminaran a más de 80 millones de americanos.
McNamara anunció al Presidente que el hipotético ataque podría lanzarse el día martes 23 de octubre de 1962, con unas 500 incursiones aéreas. Estimaba destruir el 90 % de las bases, y causar unas 25000 bajas civiles cubanas. El sábado 20 de octubre, Kennedy decidió efectuar la opción propuesta del bloqueo naval. No obstante, se iniciaron los preparativos de invasión de la Isla. Se decidió informar a la opinión pública el lunes 22, pero antes se envió a Acheson a Francia, con el fin de conseguir el apoyo del Presidente de Francia, general Charles De Gaulle, aliado difícil, que lo dio incondicionalmente. Los socios de la OTAN apoyaron igualmente a Kennedy, con la sola excepción de Canadá.
En Florida se acumularon 100000 hombres para la primera oleada del posible desembarco. Saltarían sobre Cuba las famosas Divisiones Aerotransportadas 82° y 101°. Los bombarderos nucleares a reacción Boeing B-47 Stratojet se colocaron en aeropuertos civiles, para despistar.
Al desplegarse los bombarderos pesados Boeing B-52 Stratofortress, y colocarse 8 submarinos nucleares en posición de lanzar 128 misiles nucleares balísticos Lockheed UGM-27 Polaris, se formó la mayor concentración de poder destructivo de la Historia. 180 buques se desplegaron alrededor de Cuba. El lunes a las 5:00 pm Kennedy informó a los líderes del Congreso del plan, a las 6:00 pm el canciller Dean Rusk convocó al embajador soviético Dobrynin, que llegó a la reunión aun sonriente, y se retiró 25 minutos después con la cara crispada de preocupación.
Anatoli Dobrynin (1919-2010), fotografiado en 1977, fue un diplomático y político soviético, embajador de la Unión Soviética ante los EE.UU. durante más de dos décadas, de 1962 a 1986. Atrajo notoriedad entre el público estadounidense durante y después de la Crisis de los Misiles Cubanos al comienzo de su cargo como embajador, cuando negó la presencia de misiles soviéticos en Cuba. El 18 de octubre de 1962, el ministro de Relaciones Exteriores soviético, Andréi Gromiko, llegó a Washington junto con Dobrynin, y sostuvieron una reunión con el Presidente Kennedy. En esa conversación, Gromiko afirmó que no había armas ofensivas soviéticas en Cuba, pero inmediatamente después de abordar el avión y volar a Moscú, Kennedy pronunció un discurso a la nación, donde habló sobre los misiles desplegados por la Unión Soviética. Presuntamente, Dobrynin no supo hasta días después que el primer ministro soviético Nikita Kruschev ya había enviado los misiles, y que los estadounidenses tenían fotografías como prueba de ello. Dobrynin jugó un papel crucial en la resolución de la crisis, en la noche del 27 al 28 de octubre de 1962 sostuvo una reunión secreta con el hermano del presidente de los Estados Unidos, Robert Kennedy, y durante esa conversación se decidió desmantelar los misiles soviéticos en Cuba a cambio del desmantelamiento secreto posterior de los misiles estadounidenses en Turquía. Las destacadas habilidades como negociador y analista de Dobrynin le ganaron el respeto tanto de sus colegas como de sus oponentes. Tuvo la experiencia única de servir como embajador soviético en los EE.UU. durante los mandatos de seis presidentes americanos: Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter y Reagan. Fuente: Wikimedia Commons. Fotografía de Bernard Gotfryd.
2.4 El anuncio de la crisis y el bloqueo
A las 7.00 pm de ese lunes 22 de octubre, Kennedy se dirigió por televisión a sus compatriotas. Describió la acción soviética con todos sus detalles, y la amenaza que representaba, detallando explícitamente el riesgo de Washington, el Canal de Panamá, Cabo Cañaveral, Ciudad de México y cualquier ciudad del Sudeste de EE.UU. o del Mar Caribe. A continuación, detalló que los soviéticos construían otras rampas que les permitirían lanzar misiles balísticos nucleares para golpear áreas continentales en América desde Lima hasta Canadá.
Kennedy denunció la falsedad de todas las previas afirmaciones soviéticas sobre la seguridad, y anunció la aplicación del bloqueo naval a Cuba. Todas las embarcaciones serían detenidas y registradas por buques de los EE. UU. para comprobar que no llevaran armas a la Isla. El presidente americano declaró que cualquier lanzamiento de misiles desde Cuba sería respondido con un ataque global a la Unión Soviética. Apeló a la cordura de Kruschev. Exigió el retiro, inmediato, de los misiles de las bases cubanas. En 17 minutos, Kennedy había declarado la gravísima crisis a la nación y al Mundo.
EE. UU. convocó al Consejo de Seguridad de la ONU, con ese único tema de agenda. El martes 23 de octubre se reunió la OEA. Con la única excepción de Cuba, todos los países respaldaron el bloqueo naval. Varios países enviaron buques de guerra a apoyar la acción norteamericana, como Venezuela, que envió sus dos más grandes navíos, los destructores ARV Nueva Esparta D-11 y ARV Zulia D-21. Un solo bloque OTAN-OEA se levantaba ante los soviéticos.
Simultáneamente, lo gobiernos de Guinea (presidida por Ahmed Sékou Touré) y Senegal (presidida por Léopold Sédar Senghor) prohibieron a la Unión Soviética el uso de sus aeródromos ubicados en Conakry y Dakar, respectivamente, los únicos aeropuertos en los que podían, y debían, hacer escala los vuelos dirigidos a Cuba desde la Unión Soviética.
Las estaciones de radiodifusión sonora y televisión americanas reportaban sobre las intensas conversaciones sostenidas entre Moscú y los barcos soviéticos que avanzaban hacia Cuba. No tenían clave para descifrarlos. Grandes submarinos soviéticos se dirigieron hacia el Caribe. Todos estaban seguros que nadie deseaba la guerra, pero la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) habían estallado por errores de apreciación de la conducta rival.
Esa misma noche Kennedy pidió a su hermano Robert que se entrevistara con el embajador Dobrynin. Este último le aseguró que los buques tenían órdenes de seguir adelante. El agregado militar ruso, general Vladimir Dubovik fue más explícito, diciendo: "He participado en tres guerras, y me alegraré de que haya otra. Nuestros barcos pasarán, no variarán su rumbo, o se irán al fondo." Se estableció la línea del bloqueo naval a una distancia de 500 millas en torno a la Isla.
El miércoles 24 de octubre se reportó que las naves soviéticas Gagarin y Komiles se aproximaban, escoltadas por un submarino. Se giraron órdenes. El mundo se acercaba a la mayor destrucción.
2.5 Las reacciones de Kruschev
A las 10:25 am del mismo miércoles 24 de octubre, seis buques soviéticos pararon su andar hacia Cuba, luego viraron en redondo y se alejaron. Un suspiro de alivio recorrió el mundo. Otros 8 barcos hicieron lo mismo. Pero petroleros y buques de turismo seguían su rumbo. Se dejó pasar al cisterna Bucarest y al Völkerfreundschaft (cuyo eufemístico nombre en español es "Fraternidad de los pueblos"), cargado con estudiantes, rumbo a La Habana.
En las Naciones Unidas, el Secretario General U Thant hacía una vigorosa gestión, enviando una petición a ambos bandos solicitando tanto la interrupción del bloqueo naval realizado por América, como también el envío de armas ofensivas soviético. Kruschev aceptó, pero Kennedy rechazó la propuesta. No esperaría interminables debates ni negociaciones. Kruschev lo había engañado alevosamente con anterioridad, tenía la oportunidad de echarse para atrás, no podría exigir más.
El jueves 25 de octubre en la tarde se reunió el Consejo de Seguridad de la ONU. El embajador americano Adlai Stevenson acorraló al ruso Valerian Zorin donde este último, exasperado, pidió pruebas de la instalación de los misiles, y de inmediato las fotografías gigantes cubrieron la sala. Siguió un dialogo memorable:
Stevenson: "¿Niega Ud., Sr. Zorin que la Unión Soviética construye bases de lanzamiento de misiles de mediano y largo alcance en Cuba? ¿Sí o no? ¡No espere la traducción! ¿Sí o no?"
Zorin: "No estoy ante un tribunal norteamericano, y no responderé mientras me interrogue como un fiscal. Le contestaré a su debido tiempo."
Stevenson: "Conocemos la realidad y usted también, señor. y estamos dispuestos a hablar de ello. No estamos aquí para ganar un debate. Nuestra misión Sr. Zorin, es salvar la paz. Si está dispuesto a intentarlo, nosotros también."
Ese mismo viernes 26 de octubre, llegaban confirmaciones del febril trabajo de los rusos en las bases, realizado de día y de noche. Los misiles estarían listos en muy poco tiempo. No había tiempo que perder.
Los destructores americanos USS DD-850 Joseph P. Kennedy Jr. (llamado así en honor del hermano mayor del Presidente, quien murió en acción en 1944 durante la Segunda Guerra Mundial, mientras se desempeñaba como piloto de un bombardero de patrulla terrestre) y USS DD-753 John R. Pierce interceptaron al barco carguero Marucla, que no puso dificultades y tras un extensa revisión americana se le dejó pasar.
En Washington decidieron aumentar la presión, y se aceleraron los preparativos de invasión. La más grande fuerza de asalto formada desde la Segunda Guerra se reunió en Florida. Se esperaban grandes pérdidas humanas en esa operación. El jefe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), John McCone, exclamó: "Están bien dotados de armas y municiones (los cubanos), y será dificilísimo sacarlos de las montañas".
Se fijó el ataque para el día domingo 28 de octubre (hoy hace exactamente 60 años), y Kennedy envió de nuevo a su hermano Robert a ver al embajador soviético Dobrynin, para decirle que llegaba la hora de las armas.
Se desconocen los detalles y conversaciones que tenían lugar en el Kremlin. No hay actas ni testimonios soviéticos conocidos disponibles. Las memorias de los líderes soviéticos fueron publicadas durante la censura comunista, y ellos murieron antes de que soplaran las siempre breves brisas de libertad en Rusia. Solo puede hacerse una idea a partir de una frase de Yuri Andrópov, luego líder soviético en 1982 durante poco más de un año antes de morir y quien en una coyuntura, declaró: "no me voy a poner a llorar como Kruschev". Además, Kruschev no tenía ningún aprecio por el embajador norteamericano Kohler en Moscú, y tampoco éste tenía la fluidez que manejaba Dobrynin con los Kennedy.
Pero a las 2:00 pm Alexander Fomin, un funcionario de la Embajada rusa (agente soviético, cuyo verdadero nombre era Aleksandr Feklisov) y pez gordo de la KGB (El Comité para la Seguridad del Estado), llamó para que sirviera como intermediario ante el Departamento de Estado al periodista John Scali, corresponsal de la televisora ABC News, y le ofreció en nombre de Kruschev retirar los misiles, bajo supervisión de la ONU, a cambio de que EEUU renunciara para siempre a la invasión de Cuba. Scali procedió a informar de la propuesta. De inmediato, el Secretario de Estado Dean Rusk avisó al Comité EXCOMM. Rusk era partidario de la línea dura y del empleo de la acción militar contra la URSS y durante la crisis al principio apoyó la acción militar, pero pronto redirigió su opinión hacia la diplomacia. A pesar de lo insólito de este procedimiento de intermediación no oficial en algo tan crítico, el Comité mandó su respuesta, aprobando la propuesta. Sin embargo, fue sin la dirección del gobierno que Scali respondió a las nuevas condiciones soviéticas con una advertencia de que en EE.UU. la invasión estaba a solo unas horas de su ejecución. "Fomin" salió corriendo a reportar la novedad a sus superiores.
A las 6.00 de la tarde, Kruschev comunicó a Kohler, con un estilo llano y directo, que aceptaba esos términos. La nota nunca fue publicada, y de ella se ha dicho desde que era temerosa hasta que se dictó con ira, o en estado de embriaguez. Todo es posible.
Esa noche Kennedy se acostó con esperanzas.
2.6 La máxima alerta: 27 de octubre, al borde del abismo
A primera hora del sábado 27 de octubre el jefe del FBI, J. Edgar Hoover, informaba al hermano del Presidente que los rusos procedían a la destrucción de documentos en su Embajada de Washington D.C., lo que representaba una señal inequívoca de guerra inminente. Ello creó un mar de dudas. ¿Habría cambios en el liderazgo soviético? ¿Sería una treta de Kruschev para ganar tiempo y tener listos los misiles?
Entonces, la emisora Radio Moscú transmitió otro escrito del líder del Kremlin.
Éste no tenía el estilo directo de Kruschev, sino el granítico lenguaje del Ministerio del Exterior soviético: Rusia proponía un intercambio: Los misiles balísticos cubanos por los de EE. UU. ya instalados en Turquía, más el compromiso de EE. UU. de no invadir la Isla de Cuba.
Kennedy no accedió a retirar sus misiles bajo esa presión. De ningún modo aparecería como débil ante sus aliados. Mientras se discutía furiosamente en el Comité esta segunda carta rusa, llegó la noticia de que los rusos derribaron en Cuba el avión espía U-2 tripulado por el comandante Rudolf Anderson, el que había descubierto las bases, y quien murió en el derribo (Anderson fue la única muerte en combate entre los once pilotos de U-2 que sobrevolaron Cuba durante la Crisis). Nunca bajó más el termómetro de la Guerra Fría. Hasta el momento los rusos no habían obstaculizado los vuelos de reconocimiento. Ahora cambiaba todo. Quería decir que estaban casi listas las bases. Se acordó escoltar los aviones U-2 y destruir las baterías lanzadoras de misiles antiaéreos. Se colocó en máximo nivel de alerta, pasando el crítico nivel DEFCON 2 en la maquinaria militar occidental, siendo el nivel inmediato que precede a la guerra termonuclear total. El mundo resbalaba rápidamente hacia el abismo. Los preparativos americanos de guerra total eran evidentes en todo el Mundo.
La responsabilidad agobiaba al Presidente Kennedy, obligado a responder las cartas rusas y a confirmar la invasión de Cuba, prevista para el día siguiente.
Pero suspendió el ataque, y declaró "Probemos algo nuevo".
Robert Kennedy tuvo la idea genial de responder, no a la segunda carta soviética, sino a la primera, aceptando los términos del retiro de la bases cubanas y el compromiso a no invadir Cuba, sin mención alguna a lo relativo a los misiles en Turquía. Ahora debía decidir Kruschev. Las alternativas eran solo tres: La destrucción de las bases de misiles cubanas, la invasión de Cuba, o la guerra termonuclear total.
2.7 Kruschev tira la toalla
A las 9.00 am del domingo 28 de octubre de 1962, Radio Moscú anuncio que pronto daría un trascendental noticia. A las 11.30 am Kruschev declaraba:
"Y para evitar lo más rápidamente posible el conflicto que amenaza la paz, para sosegar a los hombres amantes de la paz en el mundo entero y para garantizar al pueblo norteamericano que, como estoy seguro, lucha por la paz tanto como el soviético, el Gobierno de la U.R.S.S., además de la orden de suspender los trabajos en las bases militares cubanas, ha dispuesto también el desmantelamiento de las armas que sean consideradas ofensivas, así como su embalaje para su traslado de vuelta a la Unión Soviética. Respeto y confío en las declaraciones contenidas en el mensaje del 27 de octubre, en el sentido de que la isla de Cuba no sufrirá incursiones de bombardeo ni será invadida, sea por Estados Unidos o por cualquier otro país del Hemisferio Occidental. Con ello desaparecen las causas que nos obligaron a conceder ayuda militar a Cuba".
Kennedy aceptó los términos, uniendo en su respuesta sus deseos de paz a los soviéticos. Lo peor había pasado.
3. UN MUNDO MÁS TRANQUILO
3.1 Los pactos públicos y privados
Aunque había pasado lo peor, siguieron duras negociaciones. Aparte de los términos expuestos, que fueron los públicos, los Estados Unidos se comprometieron a desmantelar los misiles que tenían ya instalados y operativos en Turquía. Estos ya no eran tan relevantes, pues lo nuevos misiles instalados en Europa los compensaban, pero fue condición esencial impuesta a los soviéticos que esta acción de los americanos en Turquía no se hiciera pública. Kennedy no alardeó de su victoria, pero tampoco le permitió a Kruschev que disimulara su derrota.
3.2 El berrinche de Castro
Castro reaccionó muy mal a la decisión soviética. El 27 de octubre Fidel Castro había pedido a los rusos lanzar el ataque nuclear a los EE.UU. con los misiles disponibles. Criticó duramente a Nikita Kruschev en sendos discursos pronunciados en los días 28, 30 y 31 de octubre. Su lugarteniente, el argentino Ernesto "Che" Guevara, igualmente repudió la "cobardía" soviética", que según él "dejaba en la estacada a un pueblo que elegía voluntariamente desintegrarse en fuego atómico para sembrar la libertad en América Latina". Probablemente el pueblo cubano no secundaba los delirios suicidas de sus líderes.
En todo caso, Casto se negó a permitir la entrada a Cuba de ningún observador de la ONU para que pudiera supervisar el desmantelamiento y retiro de los misiles de las bases, condición esencial de los acuerdos, por lo que los soviéticos tuvieron que pasar el bochorno de dejar todo el material a la vista sobre los barcos de carga para que los aviones americanos volando sobre Cuba los fotografiaran en vuelos rasantes sobre ellos, y se certificara la retirada del material. Lo que hicieron los soviéticos fue obligar a Fidel a no obstaculizar dichos vuelos. Las relaciones de Castro con Kruschev quedarían irremediablemente deterioradas.
3.3 El nuevo liderazgo americano
La "Crisis de Cuba", como se le llamó, reforzó enormemente la posición de Estados Unidos en el mundo. Kennedy cambió totalmente su imagen, tan criticada antes por débil, por una de inflexible determinación.
En política interior, Kennedy se mostró fuerte en sus medidas para erradicar el apartheid y la mafia, y en política exterior procedió a atacar a las causas de la influencia izquierdista, continuó la iniciativa de la "Alianza para el Progreso", un programa de apoyo económico a las naciones latinoamericanas, del cual se hizo embajador junto con su glamorosa esposa Jacqueline, efectuando una gira por Suramérica que había incluido la visita a Venezuela entre el 16 y 17 de diciembre de 1961. Estos programas continuaron bajo su sucesor, Lyndon B. Johnson, quien asumió la presidencia tras el asesinato de Kennedy, ocurrido en 1.963.
Ello le permitió a los EE. UU. afrontar con éxito la invasión de República Dominicana ante la roja revuelta del Coronel Caamaño, efectuada en 1965, así como también el usar la fuerza en la represión de las protestas de los panameños en la Zona del Canal, en 1964, y aumentar la escalada ofensiva en la Guerra de Vietnam, además del concretarse un irrestricto apoyo político y militar a Israel.
Cuando los más agresivos republicanos tomaron el poder en 1968, el nuevo presidente, Richard Nixon, encontró a Estados Unidos ganador de la carrera espacial, fuerte en la defensa de sus intereses vitales, y con una abrumadora superioridad militar sobre la Unión Soviética. Pasarían años para que esa superioridad peligrara.
3.4 El teléfono rojo
La mayor evidencia del tremendo riesgo que corrió la humanidad fue la instalación de un enlace directo electrónico entre la Casa Blanca y el Kremlin, que permitiría la comunicación instantánea y directa entre los dos máximos líderes mundiales. Ya no sería necesario acudir a cancilleres, aliados, embajadores, intermediarios, agentes secretos, o periodistas.
En su origen, más que un teléfono se trataba de un teletipo (sistema de comunicaciones de datos), que permitía "hablar" clara e instantáneamente, sin los riesgos de los matices vocales ni los subterfugios del lenguaje oral, evitando que nunca estuviéramos tan cerca como entonces de la posibilidad de pasar de la gélida Guerra Fría a la muy incandescente guerra termonuclear global.
3.5 La caída de Kruschev y el endurecimiento de la URSS
Luego de la crisis, el movimiento en la cúpula soviética no fue tan rápido como pudiera esperarse. Kruschev había generado muchas esperanzas para lograr un mayor bienestar económico, y las mismas había que aplacarlas, aumentando paralelamente la sensación de peligro y amenaza nacional, que justificara el máximo gasto militar, y que ahora parecía inevitable. Se volvió al lenguaje patriótico de los tiempos de Stalin.
Los delfines de Nikita Kruschev: Leonid Brézhnev, Alekséi Kosyguin y Nikolái Podgorni, prepararon minuciosamente la caída del líder, utilizando como su arma más afilada al ideólogo del partido, Mijaíl Súslov, quien acorraló a Kruschev en el Politburó, y lo obligó a renunciar. El nuevo equipo de gobierno embarcó a la Unión Soviética en el más gigantesco plan de rearme y desarrollo de misiles, ojivas nucleares y bombarderos de altas prestaciones, a lo que se unió la potenciación de sus ya ingentes recursos convencionales en relación a tanques, blindados, artillería, submarinos y aviones.
En política exterior, tras unos años de solapado bajo perfil, la Unión Soviética aplastó con sus tanques a Checoeslovaquia en 1968, cuando los dirigentes del país satélite europeo quisieron ensayar opciones más liberales en la "Primavera de Praga", tal como lo había hecho Kruschev años antes en la URSS. Los soviéticos inundaron de armas a los movimientos guerrilleros de América Latina, Asia y África, asegurando la liquidación de los imperios coloniales inglés, francés y portugués; y extendiendo su poder e influencia por todo el mundo. En 1979, Brezhnev se sintió tan fuerte como para acometer la invasión de Afganistán, error en el que han caído todos los imperios, desde Alejandro Magno.
La colosal carrera armamentística sostenida con los EE.UU. acabaría arruinando a la Unión Soviética, como predijo Kruschev, y ocasionando la caída del comunismo en esa nación en 1989, otra consecuencia de las envenenadas semillas de la Crisis de Cuba.
EPÍLOGO
Exactamente sesenta años después, la Humanidad siente que está ante la temida conflagración nuclear de nuevo. La Historia se repite, como evidencian los siguientes hechos:
La terrible equivocación de Rusia al invadir Ucrania en 2022. Al igual que Kruschev, el Presidente de Rusia Vladímir Putin tomó indicios como reales, y los considero irrefutables pruebas de lo que quería ver.
Un Presidente actual de EE. UU, Joe Biden, débil, vencido y humillado al huir de Afganistán, acosado por sus rivales internos, y que carece de la fuerza y voluntad requerida para afrontar el desafío, mientras lucha contra múltiples acusaciones de fraude electoral y se enfrenta a una inflación galopante, producto de su política económica.
Una Europa llena de conflictos internos, dividida desde el Brexit del Reino Unido, con severa crisis debida a la gestión de los refugiados y cuyo mayor liderazgo, el de la alemana Ángela Merkel, terminó de salir de escena, sustituida por un dócil y antiguo subvencionado líder de izquierda.
Una Ucrania dividida, en la que las elecciones las acababa de ganar un humorista, cuyo mayor atributo político era el hacer el papel de Presidente en un programa de TV.
Todo ello condujo a Putin a colocar al mundo ante el hecho consumado de la invasión rusa a Ucrania, en la falsa seguridad de que vencería pronto, y de que no habría reacción occidental efectiva, tal como Kruschev décadas antes asumió en relación a Cuba, y como el líder soviético, Putin también se equivocó.
El inmenso ejército ruso de Putin demostró en la actual Guerra de Ucrania ser un tigre de papel, incapaz de vencer y ocupar un nación muchísimo más débil, sin lograr abastecimiento suficiente para sus máquinas y soldados, ni lograr la requerida superioridad aérea, y mucho menos el control marítimo, encajando severas pérdidas navales en el Mar Negro.
Europa se unió de inmediato y sin fisuras ante la agresión rusa, para apoyar a Ucrania, sumándose nuevos países a la OTAN, y ocasionando un colosal aumento del gasto y el espíritu militar europeos. Biden, siempre tan débil, solo mostró fuerza para el envío de ingentes recursos económicos y militares a Ucrania, y para reforzar a la OTAN. La posición contra Putin ha sido inconmovible.
Ucrania ha combatido con denuedo, primero sola, y luego utilizando los grandes recursos recibidos internacionalmente, con la inflexible determinación de recuperar sus tierras y expulsar al invasor. El Presidente ucraniano Volodímir Zelenski se convirtió en el héroe nacional que mostraba en aquel programa de televisión.
¿Qué hará Putin ante la frustración de sus esperanzas en Ucrania? ¿Tendrá la presencia de ánimo de Kruschev, de saber retirarse? ¿Le derrocarán? ¿O accionará el temido botón nuclear, para tratar de borrar su fracaso?
Probablemente esta última acción extrema no ocurra. Por ejemplo, en 1945 Adolf Hitler luchaba en las ruinas de Berlín ante el imparable avance soviético, con el ejército alemán ya casi sin armas, pero contando aún con ingentes reservas de los más sofisticados y mortíferos gases asfixiantes. Y aun así, el Führer no ordenó su uso, pues sabía que la respuesta aliada ante un ataque con esas armas sería devastadora. Si Hitler, el prototipo de la voluntad de destrucción, tuvo ese último sentido común, es improbable que Putin, heredero del Marxismo-Leninismo, no lo tenga.
¿O quizás no?...
AGRADECIMIENTO
Deseo expresar mi agradecimiento a una especial mujer que vivió la Crisis de los Misiles Cubanos de 1962 en Venezuela, específicamente en Caracas, entre El Marqués y Las Mercedes. Mujer que, aunque siguió con preocupación crítica todos los acontecimientos geopolíticos internacionales, viviendo la tensión de los 13 días de octubre que propiciaban el posible desencadenamiento del horno exterminador de la Tercera Guerra Mundial, donde tal vez la capital venezolana y las áreas petrolíferas del Zulia habrían sido blancos para las ojivas soviéticas (Venezuela entonces era el principal suministrador de petróleo a los EE. UU.), debió hacer un alto imperioso en sus análisis y angustias, pues precisamente el 28 de octubre de 1962 no tuvo más opción que desviar toda su atención a la delicada pero forzosa y compleja tarea de dar a luz a quien escribe estas líneas, trayéndolo al confuso y doliente mundo de aquel entonces, en un parto difícil debido a la posición del sujeto alumbrable, obstinado en nacer de pie, bajo el poco amigable signo de Escorpión.
En una época en la que parturienta, médico y bebé se fajaban en un cuerpo a cuerpo entre vida y muerte para decidir el destino de madre y niño, y en la que la cesárea de emergencia no era más que un mito de ricos, se logró, gracias al esfuerzo y a las especiales habilidades de ese equipo de trabajo, que la muy difícil y riesgosa situación, (que, como Cuba, estuvo al borde de la muerte), resultara con un final feliz, permitiendo que se pudieran escribir estas líneas. Debo exaltar una vez más la valentía y estoicidad espartana de mi madre Helena Upegui de Robledo en ese trance biológico, en el que la mujer se convierte en factoría de almas y ciudadanos, señora hoy recién entrada en la digna y sabia nonagenariedad, cuya sonrisa me ilumina todos los días, y de cuya carne hoy hace exactamente 60 años fuera yo el causante principal de dolor, que experimentó con la alegría usual femenina, en esa paradoja en la que solo el sufrimiento posibilita la realización íntegra como madre y mujer.
Sobre el autor
Adrián Robledo Upegui nació en Caracas, Venezuela, en el año 1962, completando en 1979 sus estudios de Educación Media en el Colegio Calasanz de Valencia. Siendo estudiante de Administración Comercial en la Universidad de Carabobo (UC), en 1986 participó en el programa competitivo de conocimientos llamado Concurso Millonario, producido y difundido a nivel nacional por la televisora RCTV, moderado por la Primera Actriz Doris Wells, y en donde la categoría en la que compitió correspondió a la Segunda Guerra Mundial, siendo su Jurado el catedrático Dr. Miguel Hurtado Leña, egresado de la Universidad de París (La Sorbona). Se trataba del primer y hasta ahora único programa de TV venezolano de concurso académico que premiaba exclusivamente el conocimiento humano en áreas específicas, sin que se agregaran elementos de azar, selección o cualquier tipo de ayuda a los participantes. Sus éxitos progresivos al responder acertadamente todas las preguntas semanales de desarrollo lo llevaron a participar en la Gran Final de la Primera Temporada del concurso, logrando la victoria al obtener el Primer Premio. Una vez recibido como Licenciado en Administración Comercial por la UC, ingresó en 1987 a la que se sería una dilatada y fructífera carrera profesional, realizada en una de las principales entidades bancarias nacionales, desarrollándose en las áreas financiera, crediticia, operacional y tecnológica, completando estudios de posgrado en el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA) y múltiples cursos profesionales.
Adicionalmente, ha sido promotor regional ad honorem del fútbol amateur en el estado Carabobo, asumiendo roles de Dirección Técnica de clubes amateur juveniles y de adultos, así como también brindando asesoría y coordinación operativa de múltiples eventos regionales y nacionales en esta disciplina deportiva, formando consecutivas generaciones de atletas, en donde no pocos han trascendido los niveles de calidad establecidos por la FIFA para la competencia profesional. En este mismo sentido, ha sido Presidente de la Asociación de Fútbol de Carabobo (1.994-1997), Miembro de la Directiva de la Federación Venezolana de Futbol (1997-2001) y Secretario General de la Asociación de Fútbol de Carabobo (1989-1994 y 2001-2009).
Es oportuno señalar que el autor ha desarrollado además una prolongada carrera en el campo de la fotografía, desde las perspectivas profesional y artística.
Adrián Robledo Upegui es historiador, dedicado al estudio crítico y profundo de la historia de la Segunda Guerra Mundial, así como otros procesos de la Historia Contemporánea y de la Historia de Venezuela. Es colaborador de la Dirección de Medios Electrónicos y Telemática de la Universidad de Carabobo (DIMETEL), donde ha participado dando conferencias académicas para el programa Dictando Cátedra de UCTV, producido por la Lic. Teresa Morán. Está particularmente interesado en el tema de la Guerra de las Malvinas, dada la importancia de ese conflicto ocurrido en plena Guerra Fría, frente a la cual realiza aportes al enfocarlo desde diferentes dimensiones y tomando en cuenta la información adicional revelada en cada década que ha transcurrido después de la misma. Actualmente reside en la ciudad de Valencia, Venezuela.
Una versión pdf de este artículo está disponible en el siguiente enlace:
Excelente artículo cargado de momentos históricos que ocurrieron en aquel año de nuestro nacimiento, en tu caso Adrian, justo en el mes del tuyo y la solución del conflicto el mismo día como bien relatas al final. Un orgullo ser tu condiscípulo en el colegio Calasanz de Valencia Venezuela, recuerdo todavía tus intervenciones en las inolvidables clases de historia, donde todo el salón te escuchaba y el profesor se impresionaba con aquellos maravillosos relatos y con los debates que sostuviste con otro gran condiscípulo Alejandro Arcay Arcay. Felicitaciones por seguir cultivando tus conocimientos y por darle notoriedad a través de esta plataforma, para que podamos leerlos y disfrutarlos como yo lo he disfrutado!!! Carpe diem…, apretado abrazo!!!
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