Una lista bizantina de nombres para la capital del mundo

Imagen de Cristo Pantócrator, Todopoderoso, en la iglesia de Santa Sofía de Estambul, hoy Hagia Sophia, fechada en 1261. Fotografía de Dianelos Georgoudis. Fuente: Wikimedia Commons.

Una lista bizantina de nombres para la capital del mundo

Si la Tierra fuese un solo estado, Estambul sería su capital.

—Frase inexactamente adjudicada a Napoleón Bonaparte, como estrategia de márketing de la industria turística turca.


Desde tiempos inmemoriales, la ciudad que hoy se conoce como Estambul ha sido un crisol de culturas, imperios y civilizaciones, cuya historia se refleja en los numerosos nombres que ha adoptado a lo largo de los siglos. Cada nombre cuenta una parte de su fascinante viaje a través del tiempo, y en este artículo se explorará la evolución toponímica de esta metrópolis legendaria, desentrañando las historias y significados detrás de cada uno de los nombres de la ciudad que separa, y une a la vez, a Europa y Asia.

Ligos

Según Plinio el Viejo, el primer nombre de Bizancio fue Lygos. Este fue el nombre de un asentamiento tracio fundado entre los siglos XIII a. C. y XI a. C. en el Cabo del Serrallo, muy cerca del lugar donde siglos después se levantaría el Palacio de Topkapi, sede administrativa del Imperio Otomano.

Bizancio

Byzántion fue fundada en 667 a. C. por colonos griegos provenientes de Megara, según Herodoto. Varias leyendas griegas antiguas se refieren a un mítico rey llamado Bizas o Bizante, que lideró a los megareos en la construcción de la ciudad en la porción europea del Bósforo, opuesta a la colonia de Calcedonia, fundada 17 años antes y ubicada en la porción asiática.

Moneda con una representación idealizada del rey megareo Bizas, fundador de Bizancio. Acuñada en Tracia durante el reinado del emperador Marco Aurelio (161-180 d. C.). Fuente: Wikimedia Commons.

Hesiquio de Mileto en su Patria constantinopolitana (siglo VI d. C.) registra su versión favorita del mito fundacional de la ciudad: celosa de la princesa argiva Ío por su romance con Zeus, la diosa Hera la transformó en una vaca y envió a un tábano para que la atormentara haciéndola huir de un lugar a otro, hasta que llegó a Tracia y dio a luz a Ceróesa, que sería madre de Bizas y daría nombre en su momento (Ceras) al Cuerno de Oro, estuario a la entrada del Bósforo. Bizas edificó la nueva ciudad en la parte europea del estrecho luego de que el Oráculo de Delfos le ordenara buscar "el lado opuesto a la ciudad de los ciegos", que asoció a Calcedonia al contemplar que sus habitantes eran "ciegos" por no aprovechar mejor la ubicación geográfica estratégica de su colonia.

Se cree que el primer historiador en usar Byzántion como sinécdoque para referirse al Imperio Romano de Oriente (oficialmente Basileia ton Rhomaion, Imperio de los Romanos) fue Laónico Calcocondilas (siglo XV), cuyas obras fueron traducidas y difundidas en Europa Occidental por el alemán Hieronymus Wolf a partir de 1555, un siglo después de la caída de la ciudad a manos de los turcos. Mientras que Byzántios denotaba desde la Antigüedad a un habitante concretamente de la ciudad, Byzantinós (en latín, Byzantinus) era el demónimo del imperio en sí, y por ello este es identificado como Imperio Bizantino (y no "Imperio Bizancio") por la historiografía moderna y contemporánea. A partir del siglo IX, el término bezante o besante, etimológicamente relacionado, fue utilizado para describir varias clases de monedas de oro producidas por el Imperio y posteriormente por estados musulmanes y cruzados.

Augusta Antonina

La ciudad se llamó Augusta Antonina por un breve periodo de tiempo durante el siglo III d. C. En la guerra civil desatada tras el Año de los Cinco Emperadores, la ciudad apoyó a Pescenio Níger en su disputa contra el finalmente victorioso Septimio Severo, quien la asedió y destruyó en el año 196. Según la Historia Augusta, la destrucción fue tan brutal (y si se le permite al autor, severa) que no quedó ni un solo superviviente en Bizancio. Ya emperador, Septimio Severo reconstruyó la ciudad, recuperando su antigua prosperidad, pero la subordinó políticamente a la vecina Perinto, en recompensa a esta por su lealtad durante la guerra.

Busto de Septimio Severo (146-211), emperador romano que arrasó Bizancio en 196 d. C. Fuente: Wikimedia Commons.

El príncipe heredero y posteriormente co-emperador, Marco Aurelio Antonino "Caracalla", persuadió a su padre para que restaurara los privilegios y derechos de Bizancio como ciudad, con lo cual fue aclamado como su protector y la ciudad fue renombrada en su honor. Sorprende que el nombre Augusta Antonina sobreviviera a Caracalla, cuyo reinado (198-217, en solitario desde 211) es considerado uno de los más tiránicos de la historia de Roma.

Busto de Marco Aurelio Antonino "Caracalla" (188-217), emperador en cuyo honor fue Bizancio renombrada como Augusta Antonina. Fuente: Wikimedia Commons.

Nueva Roma

Antes de que el 11 de mayo de 330 el emperador Constantino el Grande convirtiera a la ciudad en la nueva capital oriental del Imperio Romano, se emprendió en ella un importante proyecto de construcción y modernización. Se reconstruyó la ciudad a escala monumental y se la acondicionó como nueva residencia imperial, siguiendo el modelo de Roma. Algunos nombres usados en este periodo precapitalino fueron Alma Roma, Roma Constantinopolitana y Nova Roma, la Nueva Roma. Este último nombre aparece registrado en el tercer canon del Primer Concilio de Constantinopla (381), que dice:

El obispo de Constantinopla, sin embargo, tendrá la prerrogativa de honor después del obispo de Roma porque Constantinopla es Nueva Roma.

Busto colosal del emperador romano Constantino el Grande, responsable de la legalización del Cristianismo en el Imperio, la edificación de la nueva capital imperial y la convocatoria del Primer Concilio de Nicea. Ubicado en la Basílica Nova de Roma. Fotografía de Jean-Pol Grandmont (2011). Fuente: Wikimedia Commons. 

El término "Nueva Roma" se volvió polémico en la coyuntura del Cisma de Oriente, siendo empleado por los griegos para resaltar su rivalidad con la Roma original. Actualmente el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, primus inter pares entre los líderes de las iglesias autocéfalas que componen la Iglesia Ortodoxa, tiene como título oficial "Arzobispo de Constantinopla, Nueva Roma y Patriarca Ecuménico".

Constantinopla

Kōnstantinoúpolis, Constantinopla en español, fue el principal nombre oficial de la ciudad durante el periodo bizantino, y el nombre de uso más común en Occidente hasta principios del siglo XX. En honor al emperador Constantino el Grande, su empleo oficial está documentado por primera vez durante el reinado del emperador Teodosio II (408-450), constructor de unas importantes murallas dobles alrededor de la ciudad.

Un sector de las murallas dobles de Teodosio, remodeladas y restauradas, en la frontera entre los distritos estambulíes de Fatih y Zeytinburnu. El distrito contemporáneo de Fatih, en Estambul, se corresponde en ubicación con la antigua ciudad de Bizancio. Fotografía de autor desconocido. Fuente: Wikimedia Commons.

Este nombre también fue usado por el Imperio Otomano para describir el área metropolitana completa, en oposición a la ciudad histórica amurallada (que siempre llamaron Estambul) hasta el advenimiento de la República de Turquía. Hoy en día, muchos turcos (especialmente los historiadores) perciben la utilización del nombre Constantinopla para referirse a la ciudad otomana como un acto "políticamente incorrecto", pese a ser históricamente exacto. Así, lo que el Emperador de los franceses, Napoleón Bonaparte, realmente dijo fue:

Constantinopla es, por su situación, centro y sede de dominación universal.

Además de Constantinopla, los bizantinos usaban una amplia gama de denominaciones honoríficas para la ciudad, tales como la "Reina de las Ciudades" o la "Ciudad Reinante". En el habla popular local, la forma más común de referirse a ella llegó a ser i Poli, la Ciudad, término vigente en la actualidad en griego y armenio ("Bolis") coloquial.

Konstantiniyye

Kostantiniyye es el primer nombre con el que la ciudad llegó a ser conocida en el mundo islámico, siendo un calco semántico árabe de Constantinopla. Después de la conquista otomana en 1453, pasó a ser el nombre oficial más formal en turco otomano y permaneció en uso hasta la caída del imperio en 1922 con ciertas interrupciones. Durante algunos periodos las autoridades otomanas favorecieron otros nombres.

Estambul

El nombre turco moderno İstanbul aparece por primera vez en fuentes del siglo X, primero armenias y árabes (sin la İ- inicial) y luego otomanas. Probablemente viene de la frase griega stin Pólin, "en la Ciudad", reinterpretada como una sola palabra por reanálisis morfémico. Se basaría entonces en la costumbre griega de referirse a la ciudad simplemente como lo que es: i Poli, la Ciudad.

La incorporación de artículos y otras partículas en los topónimos griegos ya era un fenómeno común antes de la conquista otomana. Al no estar conscientes de dónde empezaban y terminaban realmente los nombres de las ciudades, los turcos deformaron en buena medida casi todos los topónimos en su imperio. Por ejemplo, Amisos pasó a ser Samsun (de se Amisos) y la isla de Cos se convirtió en İstanköy (de is tin Ko). La ocurrencia de la i- inicial en İstanbul, así como en İzmir, İzmit o İznik (Esmirna, Nicomedia y Nicea, respectivamente) puede también atribuirse a una epéntesis lingüística para romper grupos consonánticos silábicos y facilitar la pronunciación, de manera análoga a como el latín spatha llegó al español como espada y no "spada".

El aventurero castellano Ruy González de Clavijo, embajador del rey Enrique III en la corte del sultán Tamerlán, escribe en su obra Vida y hazañas del gran Tamorlán (1406):

Constantinopla está junta con el mar, como os he dicho, y las dos partes de ella cerca el mar, y de frente de ella está la ciudad de Pera, y entre ambas ciudades es el puerto. Y Constantinopla está así como Sevilla, y la ciudad de Pera así como Triana, y el puerto y los navíos en medio, y los Griegos no llaman a Constantinopla como nos la llamamos, salvo Escomboli.

Ruy González de Clavijo (fallecido en 1412), embajador del Reino de Castilla en la corte del Imperio timúrida. Litografía de Rufino Casado (1860). Fuente: Wikimedia Commons.

Esta se considera la primera transliteración castellana de la forma griega stin Pólin de la cual proviene el actual nombre turco de la ciudad. La grafía Estambul, por otra parte, se documenta en español a partir de mediados del siglo XVI y es generalmente aceptada en nuestros días a lo largo y ancho del mundo hispano. Su normalización parece haber sido muy paulatina, observándose a través de los siglos grafías alternativas como la que emplea José de Espronceda en su poema Canción del pirata (1835):

La luna en el mar riela,
En la lona gime el viento,
Y alza en blando movimiento
Olas de plata y azul;
Y ve el capitan pirata,
Cantando alegre en la popa,
Asia á un lado, al otro Europa,
Y allá á su frente Stambul.

Como se indicó anteriormente, la forma İstanbul en principio solo denotaba para los turcos la antigua ciudad amurallada, prefiriéndose Kostantiniyye para la gran metrópolis moderna que constituía la capital otomana, al menos en contextos oficiales. De este modo, las monedas otomanas hasta finales del siglo XVII (y de nuevo, esporádicamente, en el siglo XIX) usaron esta denominación. No obstante, con el auge del nacionalismo turco en el seno del Imperio Otomano, gradualmente se fue adoptando el nombre Estambul como la forma estándar en la lengua turca, como lo demuestra la Constitución de 1876, que en su versión en turco declaraba a Estambul, y no a Constantinopla, como capital imperial.

Moneda denominada sultani, acuñada en 1703 durante el reinado del sultán Ahmed III. En la parte inferior de la cara mostrada a la derecha puede leerse en turco otomano قسطنطنية, Kostantiniyye, atestiguando que los turcos de ese entonces todavía usaban el topónimo constantinopolitano, y no Estambul. Fotografía de autor desconocido. Fuente: Wikimedia Commons.

En los años finales del Imperio Otomano ya se había consolidado legal, política, militar, cultural y numismáticamente el nombre Estambul en lengua turca, mientras que en Occidente permanecía en uso Constantinopla. Ello empezó a cambiar en la década de 1920 gracias a los esfuerzos diplomáticos y propagandísticos del gobierno republicano de Mustafá Kemal Atatürk, con medios de comunicación como The New York Times o The Observer declarando en 1929 que Estambul siempre había sido el nombre turco de la capital otomana. Se desconoce la proporción exacta entre ignorancia y deshonestidad de los periodistas responsables de tales afirmaciones.

Mustafá Kemal Atatürk (c. 1881-1938), primer Presidente de la República de Turquía, en las celebraciones por el Día de la República en 1925. Atatürk es responsable de la creación de un Estado moderno, democrático y laico en Turquía, e impulsó el uso de nombres turcos para las ciudades del país. Fotografía de autor desconocido. Fuente: Wikimedia Commons.

En 1930, la Dirección General de Correos, Telégrafos y Teléfonos de la República de Turquía reglamentó que los correos y telegramas debían estar dirigidos a "Estambul" o en su defecto "Stamboul", aunque fueran provenientes de países occidentales. Asimismo, el gobierno turco solicitó oficialmente que los demás países usaran nombres turcos para las ciudades turcas, sustituyendo exónimos con siglos de vigencia. En mayo de ese mismo año, el Departamento de Estado de EE. UU. abandonó Constantinopla por la nueva forma Estambul, que sigue utilizando hasta el día de hoy.

Algo similar ha intentado el gobierno turco en los últimos años, al pretender que en todos los idiomas el nombre de su país sea el nativo "Türkiye" en vez de transliteraciones como Turquía o Turkey, mucho más cómodas y naturales para los hispanohablantes y angloparlantes respectivamente. La Real Academia Española, acertadamente, hasta ahora ha hecho oídos sordos a la supuesta reivindicación.

Otras formas turcas

Stamboul: Variante de İstanbul/Estambul, sin la vocal inicial epeténtica. Su uso está registrado en fuentes árabes a partir del siglo X y armenias del siglo XII. En estas últimas es común la forma abreviada Bulin, que se sigue usando hoy en día en Armenia. Análogamente a como en turco İstanbul era la ciudad histórica romana y Kostantiniyye el área metropolitana moderna, en las lenguas occidentales Stamboul representó el centro histórico amurallado de la gran ciudad de Constantinopla hasta que ambos nombres entraron en desuso.

Islambol: El significado de este nombre, acuñado por el sultán Mehmed II, es "Inconmensurable islam" y aparece después de que personalmente liderara la conquista otomana de la ciudad en 1453 para expresar su nuevo rol como capital del islámico Imperio Otomano. En 1517, el califa abasí Mütevekkil III cayó prisionero de los otomanos y tuvo que ceder su título al sultán otomano Selim I, que además capturó La Meca y Medina, terminándose de consolidar como líder político mundial indiscutido del islam e inaugurando el Califato Otomano. Algunas fuentes otomanas del siglo XVII, siendo la principal de ellas el aventurero Evliya Çelebi, aseguran que esta era la forma turca común en la época. En el siglo XVIII tuvo brevemente carácter oficial, usándose en monedas por primera vez en 1730 bajo el reinado del sultán Mahmud I.

Sublime Puerta: Asitane ("Umbral") o Bab-i-Ali ("Sublime Puerta") fueron algunos metónimos referentes a la gran puerta del Palacio de Topkapi, sede del poder imperial, que por extensión se usaban para referirse a los poderes allí asentados o a la ciudad misma de Constantinopla, especialmente en contextos diplomáticos.

La actualmente conocida como Puerta Imperial, que conduce al patio interior del Palacio de Topkapi. Hasta el siglo XVIII, esta era la puerta conocida como Sublime Puerta y frecuentemente daba nombre al poder imperial que en su palacio residía. Fotografía de autor desconocido. Fuente: Wikimedia Commons.

Otros exónimos europeos

Miklagard: Nominativo que usaron los pueblos nórdicos de la Era vikinga cuando tuvieron contacto con el Imperio Bizantino durante su expansión por el este de Europa. El nombre, que significa "Gran Muralla" o "Gran Fortaleza", está registrado en múltiples sagas que narran las hazañas mediterráneas de los comandantes varegos, y sigue vigente hoy en día en el idioma islandés como Mikligarður.

Tsarigrad: Las lenguas eslavas orientales y meridionales se refieren a la ciudad como Tsarigrad o Carigrad, del eslavo Tsar ("César" o "Emperador") y grad ("ciudad"). Este fue posiblemente un calco semántico de la frase griega Basileos Polis, la ciudad del Emperador. Esta forma, adaptada a sus respectivas ortografías, sigue en uso en los idiomas búlgaro, bosnio, croata, montenegrino, serbio, esloveno, checo y rumano.

Apéndice: Sobre las discusiones bizantinas

La expresión "discusiones bizantinas" se refiere en español a debates interminables que enredan a sus participantes en largas diatribas sin sentido para la mayoría de las personas, y que nunca pueden resolverse porque tratan sobre temas etéreos que nadie puede probar de un modo u otro. En esta línea, el Diccionario de la Real Academia Española define la palabra bizantinismo en su tercera acepción como "Sutileza o distinción inútil".

Desde la época de Constantino el Grande, la parte oriental del Imperio Romano estuvo marcada por arduas y a veces violentas disputas entre los cristianos. Estos estaban divididos en numerosas sectas, cada una con diferencias teológicas respecto a las demás. Detrás de todo esto también había fuertes disputas de poder, ya que la Iglesia de la época contaba con cinco obispos denominados patriarcas cuyos poderes eclesiásticos eran superiores a los del resto de obispos metropolitanos. Mientras que en Occidente se reconocía universalmente la autoridad del patriarca de Roma (el Papa), en Oriente se disputaban la primacía los patriarcados de Constantinopla, Antioquía, Alejandría y Jerusalén.

Normalmente, cada sede se adhería a una creencia. Algunos decían que Jesucristo era Dios e Hijo de Dios, otros que era un enviado de Dios, algunos reconocían una tercera entidad llamada "Espíritu Santo", otros decían que Cristo tenía dos naturalezas, otros que solo una, ya sea solo divina o solo humana. Estas disputas provocaron una fuerte intervención de los emperadores para convocar concilios con el objetivo de llegar a acuerdos, y nada menos que en Oriente se celebraron entre los siglos IV y IX, ocho grandes concilios ecuménicos con el objetivo de unificar el dogma, alcanzando distintos grados de éxito. Los concilios duraban hasta un año pero con su finalización no terminaban las infinitas discusiones.

En el Primer Concilio de Nicea se debatió acerca de la naturaleza del Hijo de Dios y su relación con Dios Padre. De un lado estaba Arrio, que decía que Cristo era una creación de Dios, pero no Dios mismo; por otro lado estaba la teoría del patriarca Alejandro de Alejandría y su discípulo Atanasio, que afirmaban que Cristo tenía una doble naturaleza, siendo verdadero Dios y verdadero Hombre. Esta última corriente fue la que se impuso y el arrianismo fue condenado como herejía, no sin antes producirse fuertes peleas en el marco del Concilio. Tal disputa ha dado lugar a la expresión popular "Se armó la de Dios es Cristo", que alude a una reyerta muy violenta.  Cuenta la leyenda que San Nicolás de Bari, conocido por dejar regalos a los niños en la víspera de Navidad, abofeteó a Arrio en una de las discusiones.

San Nicolás de Bari abofetea al heresiarca Arrio, obra de Giovanni Gasparro (2016). Fuente: InfoCatólica.

Tal ambiente generó un efecto en el pueblo. En el hipódromo de Constantinopla, las carreras de cuadrigas levantaban grandes pasiones. A imitación de Roma, los conductores actuaban divididos en cuatro equipos: los Verdes, los Azules, los Blancos y los Rojos. Pues bien, cada facción política o religiosa se afiliaba a un equipo, estando por ejemplo los monofisitas (partidarios de que Cristo tiene una única naturaleza) vinculados a los Verdes o los atanasianos (partidarios de una doble naturaleza) a los Azules. Así, hasta en el hipódromo se producían violentas disputas religioso-deportivas, que a veces incluso tenían resultados sangrientos. Se dice que las verduleras de los mercados de Bizancio se lanzaban las coles a la cabeza por las interminables discusiones. Todavía después del Cisma de Oriente que separó definitivamente a la Iglesia Católica de la Ortodoxa, los patriarcas y emperadores bizantinos seguían sumidos en interminables y acaloradas discusiones religiosas.

Otro tema frecuente de discusión era con relación a los ángeles. La Iglesia empezó a representar a los ángeles, mensajeros del amor divino, imitando las figuras aladas del Eros o Cupido clásico, pero cubriéndolos con amplias túnicas que ocultaban sus cuerpos dejando expuestos solamente sus rostros angelicales. En las calles se discutía incansablemente sobre si los ángeles eran espíritus masculinos o femeninos, o incluso hermafroditas, y de ahí conservamos la frase "Discutir sobre el sexo de los ángeles" para referirnos a conversaciones sobre asuntos absurdos desligados de cualquier importancia real.


Sebastián Robledo Espasandín.

Noviembre, 2024.


Comentarios

  1. Excelente suma de conocimientos, bien expuestos y encadenados para lograr atención del lector. Felicitaciones. Hemos aprendido mucho hoy!

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