Sócrates y la coniína
Retrato del filósofo griego ateniense Sócrates (470 a. C.– 399 a. C.), escultura de mármol romana del Siglo I, siendo probablemente una copia de una estatua de bronce realizada por el escultor clásico griego Lisipo (c. 390 a. C.–c. 318 a. C.). Está ubicada en la colección del Museo del Louvre, en París. Fuente Wikimedia Commons. Autor: Eric Gaba.
Sócrates y la coniína
El científico y divulgador ruso-americano Isaac Asimov, en su obra Nueva Guía de la Ciencia comenta que la víctima más famosa a causa de una sobredosis de alcaloides fue Sócrates, quien murió debido a la ingesta de coniína, un alcaloide neurotóxico presente en la cicuta, que bebió el filósofo griego obligadamente luego de ser juzgado y condenado a muerte en el año 399 a. C., y debido a que sus enseñanzas estaban perturbando el orden político local.
Nueva Guía de la Ciencia es un libro publicado por Isaac Asimov en 1984, donde hace un extenso relato de los descubrimientos científicos en todos los campos de la ciencia. La edición mostrada es de 1993, de la editorial Plaza & Janes. Fuente: /www.alibrate.com.
Isaac Asimov (1920–1992) en un retrato de 1985 del célebre fotógrafo Yousuf Karsh. Asimov fue un escritor ruso-estadounidense y profesor de bioquímica en la Universidad de Boston. Es considerado uno de los "Tres Grandes" escritores de ciencia ficción, junto con Robert A. Heinlein (1907–1988) y Arthur C. Clarke (1917–2008). Escritor prolífico, Asimov escribió o editó más de 500 libros. Fuente: Karsh Center, museo de Bellas Artes de Boston.
La coniína es la responsable del olor fétido de la cicuta, y bloquea el sistema nervioso periférico. Menos de 0,2 g son fatales para los seres humanos, con muerte causada por parálisis respiratoria.
Los síntomas de parálisis se presentan al cabo de una media hora, mientras que la muerte suele tardar varias horas en producirse. Al no ser afectado el sistema nervioso central, la persona permanence consciente y lúcida. La parálisis muscular es fláccida y ascendente, en la que los miembros inferiores son afectados primero. La persona puede tener convulsiones justo antes de la muerte, pero estas suelen quedar enmascaradas por la parálisis muscular. La muerte se produce, finalmente, por parada cardiorrespiratoria.
Así, de esta manera horrorosa, lenta y vil (pero limpia), se enrumbó el brillante Sócrates al inframundo griego del Hades, donde aún hoy se encuentra en compañía de otros justos, en interminables discusiones retóricas sobre la moral y la verdad, sostenidas con aquellos nobles espíritus que murieron también sin ser bendecidos con el conocimiento de Cristo.
La muerte de Sócrates, obra del pintor peruano Daniel Hernández Morillo (1856–1932), completada en 1872 y quien fuera el primer director de la actual Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes del Perú. Es inevitable la comparación detallada con la obra de David, y en donde el peruano le añade nuevos personajes y delicados simbolismos. La obra le valió a Daniel Hernández Morillo el reconocimiento del gobierno del presidente Manuel Pardo, y una beca que le permitió estudiar en Europa. Fuente Wikimedia Commons. Autor: www.cronoamérica.org.
Fabián Robledo Upegui.
Abril, 2022.
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