Polonia fue invadida por la Unión Soviética en 1939. ¿Por qué Francia e Inglaterra no le declararon también la guerra?
Frontera temporal germano-soviética del 29 de septiembre de 1939, con la repartición consertada de los territorios polacos entre en las potencias invasoras de Alemania y la Unión Soviética. Nótese la frontera original de 1937, a la derecha del lado rojo. La nueva frontera fue ajustada posteriormente, mediante la "diplomacia" entre los gobiernos invasores. Dada la práctica simultaneidad de la invasión de Polonia por parte de los dos agresores, cabe preguntarse qué razones tuvieron Francia e Inglaterra, que ofrecieron garantía previa de defensa a Polonia, para no plantarse de frente también ante el abuso de la Unión Soviética. Fuente: Wikimedia Commons. Mapa de autor desconocido.
Polonia fue invadida por la Unión Soviética en 1939, ¿Por qué Francia e Inglaterra no le declararon también la guerra?
La garantía de defensa inglesa y francesa ofrecida a Polonia a finales de la década de 1930, por acuerdo establecía que se le defendería de cualquier nación que le agrediera. Adolf Hitler, el líder alemán, invadió a Polonia el 1 de septiembre de 1939, y Iósif Stalin, el dictador soviético, el 17 del mismo mes. Rápidameme, Inglaterra y Francia declararon entonces la guerra a Alemania, iniciándose así la Segunda Guerra Mundial, pero nunca estas dos naciones "protectoras" de Polonia le declararon la guerra a Rusia, que imitaba a Alemania, aprovechando la contingencia polaca de luchar contra los nazis, a pesar de que con motivo de la exitosa invación Rusa a Polonia, Stalin se quedó con más territorio polaco del que abarcó Hitler.
Además, Stalin hizo prisioneros a aproximadamente la mitad del Ejército Polaco, fusilando en el proceso a la mayoría de los oficiales, siendo ejemplo de esto la sistemática masacre efectuada sigilosamente en horas nocturnas en los bosques polacos de Katyn; e incorporó esa mitad invadida de Polonia como territorio adicional a las repúblicas soviéticas de Bielorusia y de Ucrania.
Stalin procedió seguidamente a exterminar a burgueses y hacendados polacos. Desde ese territorio usurpado, Rusia obtenía beneficios comerciales, pues abastecía a Alemania de grano y petróleo, contribuyendo a su esfuerzo en la guerra contra Francia e Inglaterra (los Aliados), ocurriendo esto continuamente hasta junio de 1941, siendo un período de casi año y medio de abastecimiento soviético en favor los nazis.
De todo lo anterior expuesto, cabe realizarse la razonable pregunta ¿Por qué los Aliados permitieron que Rusia invadiera sin restricciones y brutalmente a Polonia, el país que ellos habían prometido "proteger" contra cualquier agresión? ¿A qué se debió la selectividad de Francia e Inglaterra de considerar como inaceptable la invasión alemana, y a la vez permitir la agresión soviética sin objeción alguna?
Sucede que los Aliados miraron hacia otra parte ante la invasión rusa de su "protegida" Polonia. Al parecer, la importancia no era para nada la libertad de esa nación católica centroeuropea, sinó detener el avance de Hitler, de manera que era irrelevante sí ese país europeo era aplastado o no por la maquinaria ideológica militar comunista soviética, lo único que era significativo era que no cayera en manos alemanas. Esta posición de los aliados es militarmente discutible, y moralmente execrable, considerando su compromiso previo.
La excusa de los Aliados era que Polonia, "Desde el momento de ser invadida por Alemania, ya no existía como nación, y que esta era la condición de ese país cuando Stalin invadió su parte", un argumento superficial desde cualquier punto de vista, dada la efímera diferencia de tiempo transcurrido entre el inicio de las dos invasiones. Esa excusa es pues, falsa. La capital polaca de Varsovia aún resistía con todos los pocos medios disponibles, y el Gobierno continuaba dirigiendo desde el Sur.
Sobre esta particular actuación de los aliados ante Polonia, que bordea el calificativo de traición (y como muy probablemente lo consideró ese país), ocurrida al principio de la Segunda Guerra Mundial, no es posible encontrar mucho material documental histórico de adecuada calidad e imparcial, ya que es un hecho bochornoso de apaciguamiento y vergüenza sobre el que buena parte de los historiadores prefieren pasar en silencio, y que los vencedores decidieron no promocionar al término del conflicto, a sabiendas que tal condición siempre es la que permite escribir la historia.
Es importante destacar que esta situación de "ambigüedad defensiva" no fue la única, pues es posible señalar otro ejemplo análogo y éticamente comprometedor. En efecto, cuando Stalin invadió a Rumanía en 1940 (que también tenía garantía de defensa por parte de los Aliados) y le arrebató el territorio de la Besarabia (hoy Moldavia), Inglaterra no movió un dedo para evitarlo. Eso hizo que Rumanía se afiliara al bando del Eje (Alemania, Italia y luego Japón) que sí le protegería del asedio ruso. De igual forma, cundo Rusia invadió y se anexó por la fuerza a los países bálticos de Estonia, Letonia y Lituania, tampoco hubo reacción alguna de Francia Inglaterra.
Sólo cuando Stalin invadió a Finlandia hubo presión pública, y los Aliados amagaron con ayudarla, pero ello era más una excusa para poder invadir Noruega, y privar así a Alemania de la planta noruega de agua pesada, componente indispensable del proyecto alemán para construir una bomba atómica, así como también del hierro sueco; que voluntad aliada en sí de ayudar a Finlandia en su lucha contra Rusia, dando los finlandeses evidencia de una resistencia inteligente, efectiva y feroz, brindando duros golpes a los rusos. A pesar de que los fineses resistieron y "dieron tiempo" a los Aliados, nadie los ayudó, por lo que también se inclinaron a una alianza con Alemania, que en efecto sí podía protegerles de la agresión soviética.
El Mariscal Carl Gustaf Emil Mannerheim con Adolf Hitler en Finlandia, en junio de 1942. Mannerheim, noble aristócrata con comprobada experiencia militar, se convirtió en el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Finlandia, al iniciarse la Guerra de Invierno contra la Unión Soviética el 30 noviembre de 1940. Ante el escaso apoyo de los Aliados, Mannerheim y el entonces Presidente de Finlandia, Risto Ryti aprobaron un acuerdo de cooperación entre Finlandia y Alemania, en virtud del cual Hitler accedió a vender armas a Finlandia, y a Alemania se le permitió transitar y concentrar sus tropas en el norte de Finlandia, como parte de los preparativos para la Operación Barbarroja (la invasión alemana a la Unión Soviética). Mannerheim también continuó como Comandante en Jefe de las tropas durante la Guerra de Continuación (1941-1944), donde pasó la mayor parte de su tiempo en inspecciones frecuentes en el frente. Los dos bandos de la Segunda Guerra Mundial eran políticamente muy heterogéneos, pues en ambos existían dictaduras (las conocidas del Eje por una parte, y la Unión Soviética y Brasil por los aliados, por ejemplo), así como también democracias, como era Finlandia en el caso del Eje, siendo esta última una reflexión que no es frecuentemente señalada por los historiadores, especialmente por los del bando ganador. Mannerheim fue después el sexto Presidente de la República de Finlandia, en el período 1944-1946, siendo reverenciado hoy día como uno de los más grandes Jefes de Estado de Finlandia. Fuente: Publicado en Suomen Kuvalehti 1942, republicado en 2006. Fotografía de autor desconocido.
Todo ello muestra que la Segunda Guerra Mundial estalló para aniquilar a Alemania, no para proteger a Polonia ni a nadie. La "defensa" de Polonia contra Alemania por parte de los Aliados sólo fue la excusa para ir en contra del país germánico, convertido en un torbellino de crecimiento, capacidad y avance en lo militar y económico. Los Aliados no podían aceptar que en sólo 15 años Alemania se había recuperado lo suficiente para retarlos de nuevo.
Y aunque la Unión Soviética cometió similares y atroces Crímenes de Guerra y Crímenes contra la Humanidad durante toda la Segunda Guerra Mundial, y particularmente en Polonia en los primeros años de la guerra, los Aliados no la tocaron ni señalaron, porque tenían la esperanza de que al final la guerra estallara justamente entre los nazis y los comunistas soviéticos, a lo que siempre apostaron, de manera que con fortuna se desangrararían con desgaste entre ellos. Esto en efecto ocurrió cuándo Hitler decidió iniciar la invasión de Rusia en 1941 acertadamente, pues el gigantesco país eslavo se disponía a hacer justamente lo inverso con Alemania, casi al mismo tiempo.
Tampoco Francia e Inglaterra hacían la guerra específicamente contra el nazismo ni contra Hitler. Lo que querían era destruir a Alemania, como prueban los bombardeos de exterminio efectuados contra la población civil teutona, los planes ingleses de envenenar las aguas alemanas (que el Primer Ministro británico Churchill y luego Premio Nobel de Literatura, admitió en sus Memorias) y el demente Plan Morgenthau, consistente en aniquilar a las industrias y ciudades alemanas, dividir el país en 7 estados, esterilizar a los jóvenes y convertir a todos los ciudadanos en pastores y campesinos, plan que llegó a ser discutido en la Conferencia de Yalta (Crimea), de 1945, en dónde se reunieron los dirigentes Aliados Churchill, Roosevelt y Stalin, para decidir el destino de Alemania una vez vencida.
Ejemplo de los bombardeos aliados de exterminio civil sobre Alemania. Los ataques aéreos sobre Dresde se iniciaron en otoño de 1944 y culminaron en cuatro oleadas de la Royal Air Force (RAF) y las Fuerzas Aéreas del Ejército de los Estados Unidos (USAAF), del 13 al 15 de febrero de 1945. Entraron en acción más de mil bombarderos pesados, que dejaron caer sobre la ciudad, que aún no había sido bombardeada y que era conocida como la "Florencia del Elba", cerca de 4000 toneladas de bombas altamente explosivas y dispositivos incendiarios, arrasando gran parte de la ella y desencadenando una tormenta de fuego que consumió su centro histórico. Se cobraron entre 25000 y 40000 vidas, destruyéndose también una fracción significativa de su infraestructura. La imagen mostrada, de 1945, presenta una vista desde la torre del ayuntamiento, en primer plano se encuentra lo que en la actualidad es la Pirnaischer Platz. Hasta el día de hoy, los historiadores debaten si estos "bombardeos de alfombra" de población civil fueron necesarios o convenientes desde un punto de vista militar, o si debieran clasificarse como Crímenes de Guerra. Fuente: Wikimedia Commons. Fotografía de autor desconocido.
Durante la guerra, los Aliados nunca se prestaron a tratar, mucho menos negociar, con un gobierno alemán no nazi, y anunciaron que Alemania tenía que rendirse sin condiciones, a merced del vencedor, no como en la Primera Guerra Mundial (1914-1918) cuando anunciaron que no tratarían con el Káiser Guillermo II, lo que llevó a los alemanes a derrocarlo y establecer un nuevo gobierno "democrático" con el que sí se pactó el fin de esa guerra, en la forma de un armisticio que implicó unas muy difíciles condiciones económicas para Alemania. Pero en la Segunda Guerra Mundial no fue así, con Hitler, o sin Hitler, Alemania sería destruida, y eso estaba clarísimo para cada soldado alemán, cuya familia era quemada viva por los masivos bombardeos aliados a las ciudades germanas, incluso aquellas que no participaban activamente en el esfuerzo de la guerra, que incluían bombas con fósforo especialmente diseñadas para la mayor intensidad, persistencia y adherencia posible de las llamas a la carne humana.
Por ello, el Ejército y el pueblo alemán se mantuvieron leales a Hitler hasta el final, pues sabían que no había alternativa, no había fin del horror, porque les esperaría un horror sin fin en caso de ser derrotados. Como diría el Ministro para la Ilustración Pública y Propaganda alemán Joseph Goebbels poco antes de suicidarse en 1945: "La vida que sigue con posterioridad a la caída del nazismo y la victoria soviética no vale la pena ser vivida". Posteriormente y con la ayuda de su esposa, Goebbels procedería a matar a sus 5 hijitas y 1 hijo con veneno mientras dormían, convencidos de evitarles así los seguros oprobios a los que serían sometidos por la orda rusa victoriosa, que ya saqueaba Berlín y cometía atrocidades con los vencidos, manifiestamente, y cuyos excesos tampoco fueron objetados por el resto de los Aliados.
También debe señalarse que el atentado contra Hitler realizado con bomba de maletín en 1944 fue obra de un grupo de oficiales resentidos y/o lunáticos, efectuado sin plan ni sentido, y quienes no serían tomados en cuenta por los Aliados ni durante ni después de la guerra, y que fueron repudiados por el pueblo alemán casi unánimemente por su acción a traición.
Hitler muestra a Mussolini los destrozos ocasionados por el atentado sufrido. Claus von Stauffenberg fue un militar alemán, coronel del Estado Mayor del Ejército de Reserva alemán. Planificó y ejecutó un atentado contra Hitler, realizado con una bomba de maletín, el 20 de julio de 1944. La bomba explotó en uno de los salones del cuartel general en Prusia Oriental, pero Hitler sólo resultó levemente herido. Tras el fracaso del golpe, Stauffenberg fue sentenciado y fusilado por alta traición. A las 15:00 horas de ese mismo día, Hitler recibió a Mussolini en el lugar del atentado, momento que recoge la fotografía, en la que ambos pasan revista al interior destruido de la sala de reuniones. El hecho de que Hitler saliera sólo con heridas leves fue como una "demostración divina" de que debía seguir el camino que se había trazado. Fuente: Wikimedia Commons. Fotografía de autor desconocido.
En cuanto a Hitler, sabía que su apuesta era alta desde el principio. Cuando entró a gobernar en la sede de la Cancillería del Reich en Berlín, en 1933, declaró: "No hay poder en la Tierra capaz de sacarme vivo de éste edificio". Cuando Hitler invadió Polonia dijo: "Yo me he vuelto a poner este uniforme, el mas sagrado para mí, y no me lo quitaré hasta lograr la Victoria, o yo no sobreviviré al final". Recuérdese que en la Primera Guerra Mundial, Hitler fue soldado en el frente, siendo condecorado con la Cruz de Hierro, en reconocimiento a su valor, además de ser herido en combate, por lo que debió pasar por el hospital.
Hitler no se rendiría jamás, y jamás permitiría a su pueblo que se rindiera.
Adrián Robledo Upegui.
Enero, 2022.
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