Rabia, valor y lealtad canina en Joseph Meister
Rabia, valor y lealtad canina en Joseph Meister
Joseph Meister (1876–1940) fue un niño francés de origen alsaciano que, a los nueve años de edad, cuando iba de camino a su escuela en Maisonsgoutte (un pueblo del Bajo Rin, en Alsacia), fue atacado y mordido gravemente (14 veces) por un perro rabioso.
El desafortunado niño fue posteriormente vacunado contra la rabia, representando la primera vez en la historia que alguien pudo ser tratado con éxito contra esta terrible enfermedad, con el nuevo y experimental tratamiento diseñado por el químico francés Louis Pasteur (1822–1895), pionero de la microbiología, y luego de que su madre desesperada lo llevara ante el eminente científico, vencedor de enfermedades sin ser médico, para que le salvara la vida.
Entrada del pueblo de Maisonsgoutte, Alsacia. Fuente: Wikimedia Commons. Fotografía de Bernardo Chenal.
El perro era propiedad de Théodore Vonné, el tendero de Maisonsgoutte. El animal también atacó enfurecido a su amo. El agresivo y condenado cánido fue muerto a tiros por los policías, entonces destino necesario de los perros rabiosos.
El niño iba a morir irremediablemente al desarrollar la enfermedad, pero Pasteur no era médico, de modo que si lo trataba con una vacuna no probada en seres humanos, ello podría generarle un severo problema legal.
Sin embargo, tras consultar y obtener la ayuda de los médicos del niño, los doctores Alfred Vulpian y Jacques-Joseph Grancher, Louis Pasteur accedió a inocular al niño con tejido espinal de conejos rabiosos (con el virus de la rabia debilitado), que había utilizado con éxito anteriormente para prevenir la rabia en perros.
El tratamiento de 10 días con inyecciones diarias fue exitoso, y el niño no desarrolló rabia, siendo pionero en vencer con el uso de la ciencia a la terrible enfermedad.
Louis Pasteur en 1880. Químico y naturalista francés. Sillón 17 de la Academia Francesa. Fuente Wikimedia Commons. Fotografía de Paul Nadar.
La rabia es una enfermedad viral que causa encefalitis en humanos y otros mamíferos. Los primeros síntomas pueden incluir fiebre y hormigueo en el sitio de exposición.
Estos síntomas son seguidos por uno o más de los siguientes: Náuseas, vómitos, movimientos violentos, excitación incontrolable, miedo al agua (de ahí su otro nombre, conocido como hidrofobia), incapacidad para mover partes del cuerpo, confusión y pérdida del conocimiento.
Una vez que aparecen los síntomas, el resultado es prácticamente siempre la muerte, independientemente del tratamiento. El nombre rabia se deriva del latín rabies: "locura".
La fama de esta primera vacunación permitió poner en marcha la creación del Instituto Pasteur.
El niño Joseph Meister, primer ser humano vacunado contra la rabia en 1885. Fuente: Wikimedia Commons. Fotografía de autor desconocido.
Para Pasteur, esto era técnicamente ilegal, ya que se trataba de practicar sin licencia, pues el químico francés no era un médico, pero siguió el consejo de los galenos referidos, que acordaron que el niño necesitaba el tratamiento, y Pasteur era el único profesional disponible para aplicarlo. El célebre éxito del tratamiento llevó a que se renunciara a cualquier cargo formal contra Pasteur.
En 1912, en busca de trabajo, Joseph Meister se postuló en el Instituto Pasteur, que le dio un trabajo en uno de sus laboratorios parisinos.
De esta manera, el una vez salvado Joseph Meister se desempeñó como cuidador/vigilante en el Instituto Pasteur hasta su muerte, ocurrida en 1940, a los 64 años, evento que sucedió el 24 de junio de 1940, diez días después de que la Fuerza Armada alemana (la Wehrmacht) ocupara París durante la Segunda Guerra Mundial.
Se trató de una invasión demoledora, en la que los germanos aplicaron la innovadora y eficaz técnica de ataque terrestre con tanques y blindados, contando con apoyo aéreo cercano, conocida como Guerra Relámpago (Blitzkrieg), acabando sistemáticamente con la oposición francesa hasta la victoria, logrando la revancha de la derrota en la Gran Guerra, ocurrida en 1914-1918. En la primera hubo un armisticio, la segunda fue una rendición incondicional.
El general Kurt von Briesen (1886–1941) dirigió la 30⁰ División de Infanteria alemana, y fue el primer general que entró en París el 14 de junio de 1940. Rápidamente organizó un desfile en los Campos Elíseos. Briesen encabezó el desfile a caballo, en honor a sus comandantes, que estaban de pie en la base del emblemático símbolo francés del Arco del Triunfo, extremadamente oportuno para la ocasión, desde el punto de vista alemán.
El 23 de junio de 1940 Adolf Hitler visitó París durante tres horas, con un séquito de artistas entre los que destacaban su arquitecto jefe Albert Speer (1905–1981), su segundo arquitecto Hermann Giesler (1898–1987) y su principal escultor Arno Breker (1900–1991). Todos estaban uniformados para parecer militares, pero la gira de Hitler fue solo artística, de la Torre Eiffel a la tumba de Napoleón, con gran detalle en la Opera de París, edificio que le apasionaba y que conocía muy bien porque había estudiado sus planos. Las tropas alemanas desfilarían allí cada día hasta la liberación de París por los Aliados el 25 de julio de 1944.
En este marco bélico adverso, Joseph Meister se resistió a la entrada de los soldados alemanes en la cripta de Pasteur, ubicada en el Instituto. No pudo impedir la entrada, por lo que muy triste y colérico se marchó a su casa situada en el número 25 de la calle Docteur-Roux, y deprimido por el ultraje decidió suicidarse con su revólver reglamentario, que poseía desde la Primera Guerra Mundial, al no haber podido hacer lo que en su opinión era preservar el honor de la memoria de su salvador y amigo. Esta historia fue oficial por lo menos hasta la década de 1950.
Posteriormente, algunos historiadores han pretendido con evidencia circunstancial hacer referencia a que el suicidio no se debió a la profanación de la cripta de Pasteur, sino a un presunto severo estado de depresión del sujeto al haberse separado de su familia, con motivo de la invasión alemana. ¿Un sobreviviente de valor comprobado, al haber superado a la terrible rabia, deprimido por la invasión hasta suicidarse? Ellos no cuadra con el perfil del sujeto. Al parecer es más viable la hipótesis del suicidio por la humillación observada del lugar de reposo material del erudito químico.
Su decisión de sacrificar su propia vida para proteger la memoria de aquel que le dio una segunda oportunidad refleja una devoción inquebrantable, un amor profundo y un sentido del honor que trasciende el tiempo.
Su acción hace recordar que hay valores que son dignos de ser defendidos, incluso ante la adversidad más abrumadora. Su historia inspira a las generaciones a valorar y proteger a aquellos que han impactado nuestras vidas de manera significativa, mostrando que la verdadera lealtad es un legado que perdura más allá de la muerte.
En cualquier caso, como hace referencia el título de este artículo, la enfermedad de la rabia, el valor ante la muerte, y una lealtad canina hacia el sabio que impidió que prematuramente fuera al mundo de los muertos, sintetizan en tres ideas la interesante vida de Joseph Meister, en sus dos desafíos, tanto el de la niñez como el último.
La lealtad es un valor por el que valdría la pena morir...
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