Entre Luz y Piedra: La Decodificación del Obelisco Masónico en Valencia

Monumento masónico en Valencia. Fotografía: Fabián Robledo.

Entre Luz y Piedra: La Decodificación del Obelisco Masónico en Valencia

En la Urb. El Viñedo de Valencia, puede contemplarse un monumento relativamente nuevo, que incluye un obelisco con su forma canónica, el primer obelisco genuino de la ciudad.

El obelisco, elemento central del monumento. Fotografía: Fabián Robledo.

El monumento tiene una placa que lo titula como Monumento Bicentenario, cuyo objetivo es conmemorar los 200 años de la masonería regular en Venezuela, y que fue promovido por la Respetable Logia Caballeros del Sol de Carabobo N⁰ 269, una logia masónica fundada el 23 de abril de 2022 en Valencia, estado Carabobo.

Placa conmemorativa del monumento. Fotografía: Fabián Robledo.

El monumento está ubicado en el cruce de las avenidas Carlos Sanda y Andrés Eloy Blanco. Este elemento arquitectónico se inscribe en la tradición de los monumentos conmemorativos masónicos, fusionando elementos clásicos con simbolismo esotérico.

Detalle de la placa conmemorativa del monumento. Fotografía: Fabián Robledo.

El obelisco adopta la forma clásica de un monolito alargado y esbelto, inspirado en los obeliscos egipcios antiguos, que fueron adoptados por la masonería como emblemas de eternidad y elevación espiritual. Su diseño es minimalista y geométrico, con una sección transversal cuadrada que se estrecha progresivamente hacia la cima, culminando en una pirámide truncada o punta aguda (piramidión). La altura total supera los 9 m, lo que le confiere una presencia imponente y vertical, enfatizando la aspiración hacia lo divino.

El piramidión del obelisco, pintado en color azul para una mayor integración con el cielo. Fotografía: Fabián Robledo.

Proporcionalmente, el cuerpo principal ocupa aproximadamente el 80-85% de la altura, con una base robusta que asegura estabilidad y un remate superior que representa la culminación del conocimiento o la iluminación.

El material principal parece ser concreto armado o piedra artificial en tono gris claro, con una superficie lisa y pulida que refleja la luz natural, evocando pureza y durabilidad. No se observan ornamentos elaborados en el fuste (cuerpo central), lo que refuerza un estilo neoclásico moderno, despojado de excesos barrocos y enfocado en la simplicidad geométrica. Esta austeridad es típica de la arquitectura masónica contemporánea, que prioriza la forma simbólica sobre la decoración superflua.

El obelisco respaldado por un mural cromático no figurativo, con formas geométricas en perspectiva. Fotografía: Fabián Robledo.

La base del obelisco consiste en un pedestal rectangular de color negro mate, posiblemente de granito, que mide aproximadamente 1-1.5 metros de altura y sirve como plataforma de anclaje. Este elemento no solo proporciona soporte estructural, sino que actúa como un zócalo que eleva el monumento del suelo, simbolizando la separación entre lo profano (el mundo terrenal) y lo sagrado (el ascenso espiritual).

En la cara frontal del pedestal, se destaca una placa inscrita con el texto "Resp. Log. Caballeros del Sol de Carabobo N° 269", grabado en letras doradas, lo que identifica al monumento como una donación de la logia mencionada.

Debajo de la inscripción, se encuentra el emblema masónico principal: La escuadra y el compás entrelazados, con la letra "G" en el centro, representados en relieve blanco contrastante. Este símbolo es el más icónico de la masonería, donde la escuadra representa la rectitud moral y la conducta ética (lo "cuadrado" o justo), mientras que el compás simboliza la moderación y los límites del conocimiento humano, recordando la necesidad de circunscribir las pasiones dentro de la virtud. La "G" alude tradicionalmente a "Geometría" (como ciencia divina y herramienta de construcción universal) o a God (Dios, el Gran Arquitecto del Universo), enfatizando el aspecto teísta y racional de la orden. En el contexto masónico, este conjunto invita a la reflexión sobre el equilibrio entre materia y espíritu, y su presencia en la base ancla el monumento en los principios fundacionales de la francmasonería.

La escuadra, el compás y la letra, G; relevantes símbolos masónicos. Fotografía: Fabián Robledo.

La inclusión de la "G" en el centro no es casual: actúa como el eje unificador, enfatizando que tanto la moral (escuadra) como la sabiduría (compás) deben centrarse en lo divino o lo racional para lograr la perfección. Este elemento se añadió al símbolo en el siglo XVIII, evolucionando de tradiciones europeas, y su posición central invita a la contemplación sobre el origen y propósito de la existencia.

El obelisco sobre su base y la placa que lo identifica, así como también a los miembros de la logia participantes de la promoción del monumento. Fotografía: Fabián Robledo.

El pedestal se asienta sobre una plataforma de concreto bajo, rodeada de un camino pavimentado y vegetación baja, integrando el monumento en un entorno urbano-parque que promueve la accesibilidad pública y la contemplación.

El conjunto incluye un paisajismo, con una grama que requiere riego más frecuente. Fotografía: Fabián Robledo.

Detrás del obelisco, se observa un muro o pared decorativa con un mural geométrico abstracto compuesto por triángulos y rombos en colores vibrantes: azules, rojos, amarillos, beige y negros. Este diseño evoca patrones masónicos como el mosaico pavimentado (símbolo de la dualidad luz-oscuridad en los templos masónicos) y podría representar la diversidad y la unidad fraternal. Los triángulos, frecuentes en la simbología masónica, aluden al Delta Luminoso o al Ojo de la Providencia,, aunque aquí parecen más decorativos que explícitamente esotéricos. El mural añade un toque contemporáneo y colorido al conjunto, contrastando con la sobriedad del obelisco y enriqueciendo su integración en el paisaje urbano.

Detalle del mural pictórico de la pared del conjunto. Fotografía: Fabián Robledo.

El monumento se erige en un área abierta con árboles frondosos al fondo, bajo un cielo despejado, lo que resalta su verticalidad y lo posiciona como un hito visual en la ciudad. Su estado de conservación aparece impecable, sugerente de una construcción reciente, sin signos de deterioro visibles.

Más allá de los elementos específicos, el obelisco como forma arquitectónica tiene profundas raíces en la masonería. Inspirado en los obeliscos egipcios (como el de Luxor o el de la Plaza de San Pedro en el Vaticano), simboliza la rayo de Sol petrificado, la estabilidad eterna y la conexión entre la tierra y el cielo, un puente entre lo material y lo espiritual.

En el contexto masónico, representa el progreso humano hacia la iluminación (el "Sol" en el nombre de la logia podría aludir al Sol como fuente de luz y conocimiento), la perseverancia y la aspiración a la perfección. Como monumento conmemorativo, encarna el legado de la masonería en Venezuela, promoviendo valores como la libertad, la igualdad y la fraternidad, en línea con figuras históricas masónicas como Simón Bolívar.

El monumento masónico adorna la urbanización El Viñedo de Valencia. Fotografía: Fabián Robledo.

En relación al texto que aparece en el monumento, además de palabras existen símbolos y abreviaturas que son característicos de la tradición masónica, donde se utilizan para transmitir conceptos esotéricos, éticos y filosóficos de manera codificada. La placa conmemora el bicentenario de la masonería regular en Venezuela, y su diseño integra estos elementos para enfatizar principios como la fraternidad, la iluminación y el progreso humano.

El símbolo de los tres puntos formando un triángulo equilátero (∴), aparece repetidamente en la placa separando letras o palabras abreviadas. En la masonería, se trata de una convención gráfica para indicar abreviaturas sagradas o simbólicas, señalando que las letras precedentes forman parte de una frase o concepto masónico completo que no se expande por razones de discreción o tradición. Simbólicamente, representa la trinidad o triada fundamental en la orden: Los tres principios básicos (Libertad, Igualdad y Fraternidad), las tres luces de la logia (Sabiduría, Fuerza y Belleza), o las dimensiones humanas (acción en el tiempo, pensamiento en el espacio y espíritu en la eternidad). También evoca el triángulo como figura geométrica perfecta, simbolizando el equilibrio cósmico y el misterio de la verdad (dualidad resuelta en unidad). Este uso proviene de tradiciones antiguas como el compagnonnage (compañerismo en los gremios de constructores medievales), y su presencia en la placa refuerza el carácter esotérico del monumento, invitando a la reflexión sobre la unidad en la diversidad.

Se trata del primer obelisco erigido en Valencia. Fotografía: Fabián Robledo.

En la parte superior de la placa del obelisco Se observa la secuencia de letras abreviadas, escrita como A∴ L∴ G∴ D∴ G∴ A∴ D∴ U∴, es una dedicatoria estándar en monumentos, documentos y rituales masónicos. Su significado completo es "A La Gloria Del Gran Arquitecto Del Universo". Aquí, el "Gran Arquitecto Del Universo" (a menudo abreviado como G∴A∴D∴U∴) simboliza una entidad suprema o principio creador universal, neutral en términos religiosos, que representa a Dios o la fuerza divina ordenadora del cosmos sin adherirse a una doctrina específica. Esta expresión refleja el deísmo masónico, enfatizando la creencia en un ser superior como arquitecto racional del mundo, y se usa para honrar obras o eventos que promueven el progreso humano. En el contexto de la placa, sirve como invocación inicial, dedicando el monumento a este principio superior, y alinea con la frase siguiente sobre hombres libres fortaleciendo la sociedad mediante virtudes, subrayando el rol de la masonería en la elevación moral y social.

Placa textual ubicada en una de las las paredes de la base del obelisco. Fotografía: Fabián Robledo.

En la placa hay un conjunto de nombres y apellidos, presuntos miembros de la logia. La abreviatura Q∴ H∴ precede a la mayoría de los nombres en la lista, y significa "Querido Hermano". En la masonería, se utiliza para referirse afectuosamente a un miembro iniciado de la orden, destacando el lazo fraternal y la igualdad entre hermanos. Este término enfatiza la hermandad universal, un pilar de la francmasonería, donde todos los miembros son "hermanos" independientemente de su rango social. En la placa, indica que los nombres listados corresponden a masones (hermanos queridos) involucrados en la logia o en la construcción del monumento, posiblemente como homenaje a sus contribuciones. El primero, "Muy Responsable. Gr. Maest. José Gregorio Sardelli Bravo" usa abreviaturas más elaboradas para "Muy Respetable Gran Maestro", denotando un alto cargo, pero el Q. H. generaliza el respeto fraternal al resto.

Identificación de la logia en la base del obelisco. Fotografía: Fabián Robledo.

En la parte baja de la placa es posible observar las coordenadas geográficas de la ubicación del monumento, con una precisión de media décima de segundo. La abreviatura E∴ V∴, colocada después de "Noviembre 2024", significa "Era Vulgar", haciendo referencia a la flecha de completación del monumento. En el contexto masónico, se refiere a la era común o secular (equivalente a "d.C." o "A.D." en el calendario gregoriano), utilizada para datar eventos sin connotaciones religiosas cristianas, promoviendo la neutralidad y el universalismo. Los masones emplean diversos calendarios simbólicos (por ejemplo, sumando 4000 años al año común para el "Año de la Verdadera Luz"), pero E.V. indica una fecha "vulgar" o profana, contrastando con fechas rituales. Aquí, marca el año de inauguración en el calendario estándar, alineándose con la tradición de separar lo esotérico de lo mundano, y enfatiza que el monumento es un hito en la historia contemporánea de la masonería venezolana.

El sitio ofrece un punto para el descanso y la contemplación simbólica, bajo un Sol radiante. Fotografía: Fabián Robledo.

En conjunto, estos elementos simbólicos en la placa no solo identifican el monumento como masónico, sino que encapsulan su filosofía: dedicación a un principio superior, fraternidad entre miembros y un enfoque en el progreso humano a través de virtudes éticas. 

En el sitio se construyó también al lado del obelisco un complemento artístico,  consiste en una instalación escultórica que enriquece el conjunto monumental. Esta pieza adopta una forma orgánica y simbólica que contrasta con la rigidez geométrica del obelisco principal. 

La estructura se configura como un montículo piramidal bajo, compuesto por una apilada irregular de rocas naturales, evocando un cairn prehistórico o una pirámide rudimentaria. Su altura aproximada es de 1-1.5 m, con una base circular o elíptica de unos 2-3 m de diámetro, que se estrecha hacia la cima en una forma cónica suave, sin aristas definidas. Esta disposición no sigue un patrón estrictamente arquitectónico, sino más bien escultórico y land art, donde las piedras se superponen de manera aparente casual, pero intencionalmente estable, sugiriendo un equilibrio precario que invita a la reflexión sobre la construcción y la transformación.

Instalación anexa al obelisco, consistente en una pirámide de rocas, terminada en un cincel y un martillo. Fotografía: Fabián Robledo.

Los materiales son predominantemente rocas locales de origen sedimentario o ígneo, en tonos beige, marrón terroso y grisáceo, con texturas rugosas y fracturadas que denotan crudeza natural. No hay evidencia de mortero o adhesivos visibles, lo que refuerza la ilusión de una pila espontánea, aunque probablemente esté asegurada internamente para durabilidad. Artísticamente, esta forma orgánica contrasta con el mural geométrico abstracto de triángulos multicolores en el fondo, creando un diálogo entre lo natural y lo abstracto, lo tosco y lo refinado. La vegetación incipiente que brota entre las rocas, como pequeñas plantas herbáceas,  añade un elemento vivo y efímero, simbolizando crecimiento y renovación en un contexto urbano-parque.

El brutal impacto, efímero y congelado en el tiempo, en la obra del tallado de la roca del maestro escultor. Fotografía: Fabián Robledo.

En la cima del montículo, se destaca una piedra superior plana o ligeramente convexa, posiblemente de concreto o piedra pulida parcial, que sirve como "coronación" del conjunto. Insertado en ella se encuentra un cincel metálico oxidado, con una punta afilada clavada en la roca, orientado verticalmente. Adyacente a él, un martillo (o mazo) de mango recto y cabeza rectangular, también con apariencia rústica y envejecida (posiblemente de madera o metal patinado), está posicionado en un ángulo dinámico, como si estuviera en movimiento descendente para impactar el cincel. Esta ilusión de "suspensión en el aire" se logra mediante un soporte sutil, que mantiene el martillo en posición, evocando un instante congelado en el acto de tallado.

Detalle de la base el cincel y el martillo en pleno proceso de impacto impulsivo sobre la roca. Fotografía: Fabián Robledo.

Artísticamente, esta composición dinámica introduce un sentido de acción y narrativa, transformando la escultura estática en una representación performativa. El óxido y el desgaste en las herramientas confieren un carácter histórico y artesanal, alineándose con el estilo brutalista o arte povera, donde materiales humildes se elevan a símbolos profundos. La iluminación natural resalta las sombras y texturas, enfatizando la tridimensionalidad y el contraste entre la inmovilidad de las rocas y el "movimiento" implícito de las herramientas.

Martillo, cincel y roca, en la alegoría de fuerza, resistencia y propósito humano. Fotografía: Fabián Robledo.

Este complemento está impregnado de simbolismo masónico clásico, derivado de las tradiciones operativas de los canteros medievales y adaptado a la masonería especulativa. Las rocas apiladas representan el rough ashlar o piedra tosca, emblema del ser humano en su estado natural: imperfecto, irregular y sin pulir, sujeto a las vicisitudes de la vida. La forma piramidal alude a la aspiración ascendente hacia la perfección, similar al obelisco, pero en una versión cruda que enfatiza el proceso inicial.

El obelisco puede concebirse metafóricamente como un rayo de luz petrificado. Fotografía: Fabián Robledo.

El cincel simboliza la discriminación intelectual y la educación, como la herramienta que elimina lo superfluo para revelar la forma esencial. El martillo (conocido como gavel en contextos masónicos) representa la voluntad y la autoridad moral, utilizado por el Venerable Maestro para dirigir las sesiones y "golpear" las imperfecciones. Juntos, encarnan el trabajo masónico de transformación: el cincel guiado por el intelecto y el martillo impulsado por la fuerza ética, puliendo la piedra tosca hasta convertirla en el perfect ashlar (piedra perfecta), símbolo del masón iniciado y virtuoso. Esta alegoría promueve valores como la perseverancia, la auto-mejora y la fraternidad, recordando que el masón debe "tallar" su carácter para contribuir a la sociedad.

La vegetación emergente añade un matiz simbólico de vida y regeneración, sugiriendo que el proceso masónico es continuo y orgánico.

Mientras el obelisco encarna el resultado final, estabilidad, luz y aspiración espiritual, el montículo de rocas ilustra el origen y el proceso: La materia prima y el laborioso tallado necesario para alcanzarlo. Esta yuxtaposición justifica su colocación adyacente, creando un narrativa visual completa del camino masónico, desde la imperfección hasta la perfección, y recordando a los observadores que la iluminación requiere esfuerzo constante.

En el contexto del bicentenario de la masonería venezolana, este dúo monumental promueve la unidad y la fortaleza social, regalando a la ciudad un espacio de reflexión pública.

Geometría, arquitectura y simbolismo, en el monumento relativamente nuevo de Valencia. Fotografía: Fabián Robledo.

Artísticamente, el contraste entre lo tosco y lo refinado enriquece el sitio, fomentando interpretaciones múltiples y alineándose con la tradición masónica de enseñar a través de símbolos accesibles pero profundos.

Dos bancos de descanso para sentarse forman parte integral del conjunto. Este elemento se integra en el área verde y el camino de acceso, proporcionando un espacio de reposo que invita a la reflexión pública sobre los principios masónicos. Su diseño minimalista y funcional complementa el obelisco y el montículo de rocas con herramientas, creando un entorno holístico que promueve la contemplación y el diálogo con la simbología esotérica. 

El banco de descanso también está dotado de significado simbólicos masónicos. Fotografía: Fabián Robledo.

El banco adopta una configuración sencilla y robusta, típica de mobiliario urbano con influencias escultóricas, midiendo aproximadamente 1.5-2 metros de longitud, con una altura de asiento de unos 40-50 cm y un respaldo de similar dimensión. Su forma es rectangular y lineal, con bordes ligeramente redondeados para mayor comodidad, evocando un estilo moderno brutalista que prioriza la durabilidad sobre la ornamentación. Integrado en el paisaje, se asienta directamente sobre el suelo herboso y terroso, rodeado de vegetación baja, lo que lo ancla visualmente al entorno natural y urbano del monumento. Esta ubicación estratégica, frente al mural geométrico multicolor de triángulos, refuerza el contraste entre lo estático y lo dinámico, invitando a los visitantes a pausar y absorber el mensaje masónico del sitio.

Los dos bancos que invitan a sentarse y contemplar el monumento. Fotografía: Fabián Robledo.

Fabricado principalmente en concreto moldeado, el banco presenta un acabado gris claro con una textura rugosa y ligeramente erosionada, posiblemente debido a exposición ambiental reciente o un diseño intencional para evocar antigüedad y solidez. Este material resalta la idea de "construcción perdurable" inherente a la orden. El concreto no pulido transmite humildad y funcionalidad, alineándose con los valores masónicos de trabajo artesanal y transformación de la materia prima, similar al rough ashlar representado en el montículo adyacente.

Vista completa del monumento. Fotografía: Fabián Robledo.

El respaldo del banco, una placa vertical plana y sólida, incorpora tres orificios circulares dispuestos en forma de triángulo equilátero: uno en la parte superior central y dos en la base, espaciados simétricamente. Cada agujero mide aproximadamente 5-10 cm de diámetro, con bordes limpios pero sin relleno, permitiendo el paso de la luz y el aire. Esta configuración no es meramente decorativa o funcional (como para drenaje o ligereza estructural), sino profundamente simbólica en el contexto masónico.

El triángulo equilátero es un emblema central en la francmasonería, representando la Trinidad Divina, los tres pilares de la logia (Sabiduría, Fuerza y Belleza) o los tres grados iniciáticos (Aprendiz, Compañero y Maestro Masón). Como "Delta Sagrado", alude al Ojo de la Providencia o la presencia del Gran Arquitecto del Universo, simbolizando iluminación espiritual y equilibrio cósmico. Los agujeros, al formar este triángulo, podrían interpretarse como "ojos" o portales simbólicos que invitan a la introspección: El superior como el ojo divino que observa y guía, y los inferiores como puntos de conexión terrenal. En el contexto del monumento, este diseño refuerza el tema de ascenso hacia la luz (presente en el obelisco), recordando al observador la necesidad de armonía entre mente, cuerpo y espíritu para lograr la perfección masónica.

Los soportes del banco consisten en dos esferas grandes de concreto, cada una de aproximadamente 40-50 cm de diámetro, que actúan como patas o bases elevadas, sustituyendo las tradicionales patas rectas. Estas esferas, con una superficie lisa pero con signos de desgaste y manchas terrosas, proporcionan estabilidad y un toque escultórico, elevando ligeramente el asiento del suelo para mayor ergonomía y protección contra la humedad.

La base del obelisco con el principal símbolo masónico y el nombre de la logia responsable del monumento en la parte superior. Fotografía: Fabián Robledo.

En el simbolismo masónico, las esferas evocan los "globos terrestres y celestiales" (Globo Terráqueo y globo Celeste), elementos clásicos en los templos masónicos que representan el estudio de la geometría, la astronomía y las artes liberales. El globo terrestre simboliza el mundo material y la fraternidad universal, mientras que el celestial alude al orden divino y el cosmos infinito. Su colocación como soportes sugiere que el reposo (el banco) se fundamenta en el conocimiento universal y la armonía cósmica, invitando al usuario a meditar sobre su lugar en el Universo. En el contexto del monumento, estas esferas complementan el obelisco (eje vertical hacia el cielo) y el montículo (trabajo terrenal), completando una tríada simbólica: Materia (rocas), conocimiento (esferas) y aspiración (obelisco).

Este banco no es un mero elemento utilitario, sino una extensión del mensaje conmemorativo del bicentenario: Promover la masonería como fuerza de estabilidad, iluminación y transformación social en Venezuela. Al ofrecer un lugar de descanso, invita a los ciudadanos a interactuar con los símbolos, el triángulo para la reflexión ética, las esferas para la perspectiva global, fomentando valores como la igualdad y la fraternidad. Su presencia en el área verde subraya la integración de la masonería en la vida cotidiana, recordando que el "trabajo" masónico (simbolizado en las herramientas cercanas) lleva a la contemplación y al equilibrio universal.

La masonería en Venezuela, introducida a finales del siglo XVIII por influencias europeas y estadounidenses, ha jugado un rol significativo en la historia nacional, particularmente en la independencia y el desarrollo republicano.

En el estado Carabobo, la masonería se fortaleció tras la Batalla de Carabobo en 1821, con logias como la "Concordia" en Valencia, que promueven valores éticos y filantrópicos en un contexto local de conmemoración histórica.

Urbanismo que integra áreas verdes y arquitectura urbana, con simbología geométrica. Fotografía: Fabián Robledo.

Practicada bajo obediencias como la Gran Logia de la República de Venezuela (GLRV), se enfoca en rituales simbólicos y educativos para fomentar el perfeccionamiento personal y social.

Su objetivo fundamental es el progreso de la humanidad mediante virtudes establecidas, promoviendo la libertad, igualdad, fraternidad y el desarrollo moral e intelectual de sus miembros, sin fines políticos o religiosos partidistas, aunque con énfasis en la filantropía y la tolerancia.

Pueden pertenecer hombres libres y de buenas costumbres, mayores de 21 años, sin distinción de nacionalidad, raza o religión, siempre que crean en un ser supremo (neutral, no dogmático) y posean capacidad para el auto-mejora.

Los requisitos incluyen solicitud voluntaria (a menudo por invitación), entrevista con miembros, antecedentes irreprochables (sin penales), estabilidad económica y emocional, y compromiso con los principios éticos; el proceso implica votación en logia y no discrimina por orientación sexual o discapacidad.

El Sol generoso en radiación coopera para el logro fotográfico. Fotografía: Fabián Robledo.

Los niveles típicos (grados) en una logia masónica, de menor a mayor, son simbólicos y progresivos: 1° Aprendiz (búsqueda inicial de luz y moral), 2° Compañero (profundización en artes liberales y ciencias), 3° Maestro (maestría simbólica y responsabilidad). En ritos como el Escocés Antiguo y Aceptado (común en Venezuela), se extienden hasta el 33° (Inspector General Honorario), con etapas intermedias en logias de perfección (4°-14°), capítulos (15°-18°), areópagos (19°-30°) y consistorios (31°-32°), enfocados en enseñanzas éticas y filosóficas.

La masonería tiene una fuerte relación con el esoterismo, incorporando elementos iniciáticos y simbólicos para la transformación interior, aunque no todas las logias lo enfatizan por igual; es un camino de conocimiento oculto y autodesarrollo.

Su relación con la Iglesia Católica ha sido conflictiva: Prohibida desde 1738 por la bula papal In Eminenti de Clemente XII (por secretismo y supuesta herejía), y condenada en 1884 por Humanum Genus de León XIII (acusándola de naturalismo y conspiración contra la Iglesia).

Actualmente, el Vaticano reitera la incompatibilidad (2023, Dicasterio para la Doctrina de la Fe), considerando la masonería irreconciliable con la fe católica por su relativismo y rituales, aunque algunos diálogos locales buscan entendimiento.

En primer plano el cairn de rocas con el cincel y el martillo, y detrás el obelisco terminado en el piramidión. Fotografía: Fabián Robledo.

Las fuentes que nutren el simbolismo masónico incluyen tradiciones antiguas como el pitagorismo (Tetraktys), hermetismo, cábala, alquimia y mitos bíblicos o egipcios, adaptados para representar conceptos éticos y cosmológicos.

La masonería utiliza elementos esotéricos, como rituales de iniciación, símbolos geométricos (escuadra, compás), números sagrados, alegorías de luz/oscuridad y misterios para el crecimiento espiritual.

Venezolanos notables confirmados como masones incluyen Andrés Bello (educador y poeta), Antonio Guzmán Blanco (presidente liberal), Raúl Leoni (presidente), Luis Razetti (médico), Andrés Eloy Blanco (poeta y político), Rufino Blanco Fombona (escritor), Lisandro Alvarado (historiador) y José Gregorio Sardelli Bravo (actual Gran Maestro).

Es uno de los pocos obeliscos de Venezuela, pudiendo mencionar el obelisco de la Plaza Francia de la Urb. Altamira de Caracas, y el falso Obelisco de Barquisimeto, denominado aquí así debido a que no es un verdadero obelisco, sino más bien un pilar, columna prismática o gran mojón. Fotografía: Fabián Robledo.

Simón Bolívar fue masón, iniciado posiblemente en Cádiz o París, recibió el grado 33° en 1824, fundó logias como "Protectora de las Virtudes", aunque en 1828 prohibió sociedades secretas por conspiraciones internas; evidencia incluye documentos masónicos y su rol en independencia.

Francisco de Miranda también fue masón: iniciado en Europa (posiblemente Inglaterra o Francia), fundó la "Gran Reunión Americana" y "Lautaro" con influencias masónicas, aunque evidencia documental es limitada; sus diarios y asociaciones confirman su vinculación.

El obelisco masónico en Valencia, Venezuela, capturada en contrapicado y contraluz, donde su imponente silueta negra se alza como un monolito enigmático. Su forma canónica y austera evoca el icónico monolito de la película 2001: Odisea del espacio símbolo de un despertar y evolución trascendental. Fotografía: Fabián Robledo.

La historia de la masonería en Venezuela está marcada por su compromiso con ideales liberales y progresistas, y su oposición histórica a la hegemonía de la Iglesia Católica en asuntos políticos y sociales. Sin embargo, no está exenta de aspectos polémicos, como las divisiones internas, su vinculación con el poder político y militar, y las tensiones que esto ha generado.

El monumento descrito, con su obelisco, no es el primero entregado a la ciudad por la masonería, pudiendo mencionarse el busto escultórico del Precursor de la Independencia, el  Generalísimo Francisco de Miranda, donado por la masonería de Valencia en 1966.

Monumento masón construido en honor al Generalísimo Francisco de Miranda, en la Av. Rojas Queipo de Valencia. Fotografía: Fabián Robledo.

El mismo está ubicado en una redomilla adyacente a la Av. Rojas Queipo, en el Norte de Valencia, al frente del antiguo Palacio de los Iturriza. Se trata de un busto sobre una columna con una inscripción, al pie de la cual se ubica el símbolo tradicional masón de la regla y compás, con la letra G en su interior.

El busto del Precursor de la Independencia, ubicado sobre su pedestal con la placa conmemorativa descriptiva, que data de 1966. Fotografía: Fabián Robledo.

Detalle del busto escultórico de Francisco de Miranda. Fotografía: Fabián Robledo.

Así, el relativamente nuevo obelisco masónico de Valencia se alza no solo como un monumento físico, sino como un enigma tallado en piedra, un guardián silente de antiguos secretos y aspiraciones eternas. Invita al observador atento a mirar más allá de su austera geometría y a descubrir, en cada símbolo y proporción, el lenguaje oculto de la masonería: un llamado perpetuo a la búsqueda de la luz, la sabiduría y la fraternidad que trascienden el tiempo y el espacio.

Fabián Robledo Upegui.

Diciembre, 2025.


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