El heptálogo del Mal, de Erhard


El Ángel Caído, del escultor español Ricardo Bellver (1845-1924), bronce terminado en 1878, ubicado en el Parque del Buen Retiro, en Madrid, España. Fotografía de Luís García, 2006. Fuente: Wikimedia Commons.

El heptálogo del Mal, de Erhard

En este asueto navideño de 2021 que termina, en la tarde del primero de enero de 2022, tuve oportunidad de leer con interés el libro El Diablo del eminente y piadoso escritor católico toscano Giovanni Papini (1882-1956), donde analiza múltiples aspectos del eterno Adversario, con seriedad y elocuente lógica.

Giovanni Papini, fotografiado en la década de 1950. Fuente:   actionstraditional.com. Fotografía de autor desconocido.

Allí me llamó la atención su referencia a Johann Benjamin Erhard (1766-1827), médico, naturalista, filósofo y escritor alemán, quien publicó en 1795 su obra Apología del Diablo en el Philosophisches Journal, en la que construye un concepto abstracto que podría identificarse con la más pura Maldad.

Erhard, un filósofo kantiano, considera que así como existe un sistema de moralidad basado en el Bien, se puede construir otro que esté fundamentado en el Mal, y se esfuerza por diseñarlo y aclararlo desde la lógica y la filosofía de los juristas, indicando sus principios y consecuencias. 

Johann Benjamin Erhard: Doctor der Medicine, por Fleischmann. Fuente: U. S. National Library of Medicine Digital Collections.

A continuación se presentan las siete normas de vida, extraídas de la obra de Papini al comentar a Erhard, que serían necesarias seguir para aplicar una moral consciente basada en la pura Maldad, siendo en ocasiones referidas como los "Mandamientos del Mal":

  1. No seas nunca veraz, y trata de parecerlo. Porque  si eres veraz, los otros podrán contar contigo: servirás a los demás y ellos no te servirán a ti.
  2. No reconozcas propiedad alguna, pero afirma que la propiedad es sagrada e inviolable, y apodérate de todo. Si puedes poseerlo todo como si fuese tuyo, incuestionablemente todo dependerá de ti.
  3. Sírvete para tus fines de la moralidad ajena, como si se tratase de una debilidad.
  4. Incita a todos al pecado, y finge al mismo tiempo reconocer la moralidad como necesaria.
  5. No ames a nadie.
  6. Haz desdichados a cuantos no quieran depender de ti.
  7. Sé totalmente coherente, y no te arrepientas jamás de nada. Resulte lo que resulte haz, sin vacilaciones, lo que hayas decidido. De este modo demostrarás tu independencia y, con la homogeneidad de tu conducta, cobrarás apariencia de un hombre justo, y eso te proporcionará un medio eficaz para que los otros se conviertan, sin darse cuenta de ello, en esclavos tuyos.

Lucifer, de la Comedia de Dante. Codex Altonensis del Siglo XIV, página 48. Autor desconocido. Fuente: Bibliotheca Gymnasii Altonani, Hamburgo.

Al interpretar los 7 mandamientos concebidos por Erhard, que deberían ser solo ficciones de una moralidad basada en el Mal puro, es evidente que un amplio conjunto de quienes se autoproclaman hoy como seres humanos los aplican, y lo grave es que entre ellos no solo se encuentren delincuentes, enajenados y perversos, sino que además abarquen en la actualidad a muchos políticos, empresarios, educadores y hasta gobiernos enteros que hacen precisamente de la lista de Erhard un himno que dirige y corrige constantemente todas y cada una de sus intenciones y actuaciones, como ha podido comprobarse con suficiente realidad y pena en la tragedia política, electoral, educativa, económica y social de Venezuela en los últimos 20 años, con aplicación reiterada y creciente intensificación de la moral basada en la maldad, muy bien alineada con la que se está comentando del filósofo alemán.

Papini termina su análisis de Erhard indicando lo siguiente:

"La mayor parte de los hombres declara que quiere seguir el Bien, el Amor, la Justicia, la Verdad, la Ley Moral (ya sea divina o humana); pero luego, en la práctica efectiva de la vida, no son sino secuaces y discípulos del Diablo, es decir, diligentes traductores de las máximas que el alemán Erhard denunciara con tanta claridad y franqueza".

Poco podía suponer Erhard que su sistema ético basado en el mal regiría la actuación de la mayoría de los gobernantes del Siglo XXI, en particular de los seguidores de la ideología comunista y sus variantes progresistas, desarrolladas por aquellos que quieren que el Mal se instaure completamente en la Tierra, y apoyadas y defendidas por una gran cantidad de tontos útiles cómplices de tales procesos disfrazados de mejoras sociales y ambientales, a las cuales el Ángel Caído sabrá también pagar oportunamente con la moneda adecuada.

El Bien y el Mal, cuadro del pintor francés Victor Orsel (1795-1850), terminado en 1832, ubicado en el Museo de Bellas Artes, Lyon, Francia. Fuente: Wikimedia Commons.

Hay entonces que agradecer la agudeza de Erhard, pues proporciona un catálogo con el cual identificar las acciones de las personas, a los fines de neutralizarlas oportunamente, en especial las de muchos políticos "electos", que mediante su uso pretenden hacerse con el poder bajo la protección de la democracia, y una vez conseguido proceden a destruirla sin piedad debido a su natural indefensión, pues una espada de Damocles amenaza su existencia en forma permanente, como se observa en diversos países de Europa Occidental y América Latina, que se adentran cada vez más en nuevas dimensiones de maldad, seguidos de aplaudidores y recogedores profesionales de migajas.


Fabián Robledo Upegui.

Enero, 2022.


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